tag:blogger.com,1999:blog-53821002609750407502024-02-07T02:38:01.204-03:00Martha Perotto, escritora patagónica¡Hola! Mi nombre es Martha Perotto, soy escritora y vivo en El Bolsón. Los invito a leer algunos de mis cuentos y novelas, a disfrutar de historias patagónicas.Martha Perotto, Escritorahttp://www.blogger.com/profile/04380119159151957928noreply@blogger.comBlogger17125tag:blogger.com,1999:blog-5382100260975040750.post-80063110133112423882018-09-18T11:42:00.001-03:002018-09-18T11:42:42.630-03:00Quería contarles que mi último libro se llama <em>Vuelo de cóndor </em>y es una novela que transcurre en Bariloche. Toma como base un hecho real, una suelta de cóndores que se hizo en Valle Encantado a mediados de los noventa. Cinco cóndores criados en cautiverio en el zoológico de Buenos Aires por los científicos de la Fundación Cóndor Andino fueron liberados allí.<br />
Luego de una profunda investigación acompañada de conversaciones con la gente que participó del proyecto y seguida de un largo trabajo de armado literario que, desde su inicio, puede contabilizarse en diez años, el libro fue publicado en marzo de 2016.<br />
Si bien parte de un hecho real, salvo los comentarios biológicos referidos al cóndor, a su crianza y suelta, el resto es ficción. También habla de la parte mítica y de la concepción que los pueblos andinos tenían de esta ave.<br />
Con respecto a la parte ficcional y siendo amante de la novela policial, puedo contarles que hay una intriga que se trabaja a lo largo del libro y se despeja hacia el final.<br />
Me encantó trabajar sobre este tema, el cóndor, tan americano y tan presente en nuestra Patagonia. En alguna otra entrega veré de agregar fotos de la tapa y de diversas presentaciones que hice en estos dos años de publicado. <br />
Martha PerottoMartha Perotto, Escritorahttp://www.blogger.com/profile/04380119159151957928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5382100260975040750.post-25531603438014101612014-05-03T09:59:00.002-03:002014-05-03T10:07:47.465-03:00Feria Internacional del Libro de Buenos Aires 2014<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhogf5xN6cEAoVqgIKO-ztmeJYCSCzITEcfJfFpYUvafsQQUrAdiqwf_pv7GuIaWwyfsls1jzVElAife88huB8JPa36Id2P_JaGRilLps6PlcgSPXlZBRAHRTaYTBTyCIPR0xaaJvXsyL0/s1600/Martha+Perotto+en+la+Feria+del+libro+2014-01-01.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhogf5xN6cEAoVqgIKO-ztmeJYCSCzITEcfJfFpYUvafsQQUrAdiqwf_pv7GuIaWwyfsls1jzVElAife88huB8JPa36Id2P_JaGRilLps6PlcgSPXlZBRAHRTaYTBTyCIPR0xaaJvXsyL0/s1600/Martha+Perotto+en+la+Feria+del+libro+2014-01-01.jpg" /></a></div>
<br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br />Mañana estaré presentando mi libro "En la variedad está el Cuento" en la Feria del Libro de Buenos Aires. Los invito a acompañarme mañana, domingo 4 de mayo a las 16hs, en el stand de Río Negro.Martha Perotto, Escritorahttp://www.blogger.com/profile/04380119159151957928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5382100260975040750.post-24190738609496287502014-03-18T12:27:00.001-03:002014-03-18T15:39:56.642-03:00Abejas<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;">
<span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><span style="line-height: 150%; text-align: justify;">Del libro: <i>En la variedad está el cuento</i> </span></span><br />
<span style="font-family: Times, 'Times New Roman', serif; line-height: 150%; text-align: justify;"> </span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-family: Times, 'Times New Roman', serif; line-height: 150%; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTH9WOAcD2GQlqUAzWzGtIZhrvOvnY-1_ifA-ZFpj9InizhDU3M9ugG9hN0FPOSMy5MERG6QDjUua6GIxyDSBgOEy-GMQ73cG4zwp2K_q-PrxfbRMEd-gH4gaTKP2TbtNt5POMUOAAkrY/s1600/Abeja+Final+600px.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTH9WOAcD2GQlqUAzWzGtIZhrvOvnY-1_ifA-ZFpj9InizhDU3M9ugG9hN0FPOSMy5MERG6QDjUua6GIxyDSBgOEy-GMQ73cG4zwp2K_q-PrxfbRMEd-gH4gaTKP2TbtNt5POMUOAAkrY/s1600/Abeja+Final+600px.jpg" /></a></span></div>
<br />
<span style="font-family: Times, 'Times New Roman', serif; line-height: 150%; text-align: justify;"> Se
había despertado con un molesto zumbido en los oídos y recordando un extraño
sueño: Se encontraba en el interior de un templo tan grande que la luz de las
antorchas no alcanzaba a iluminar en todo su ancho, alto y profundidad. Parecía
una construcción sumeria o babilonia, tenía grandes columnas con capiteles
tallados. En la inmensa nave central, cientos de fieles, con antiguas
vestiduras, reverenciaban un tótem con cuerpo de abeja, con cuatro alas
extendidas a los costados y cabeza de mujer con rostro triangular y antenas.</span><br />
<span style="font-family: Times, 'Times New Roman', serif; line-height: 150%; text-align: justify;"> Impelido
por una fuerza sobrenatural, olvida las rutinas diarias, toma las herramientas
de orfebrería y comienza a diseñar con delicadeza y precisión una figura tal como
la que había soñado. Busca y encuentra entre los materiales arrumbados una
barra de metal precioso que desde hacía tiempo aguardaba ser trabajada y que le
permitirá construir una escultura de unos veinte centímetros de altura.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> Está
asombrado de su seguridad, no vacila ni una vez en las decisiones que debe tomar
con respecto a las proporciones, los cortes y el esculpido del rostro. Sin
haberse detenido ni por un momento, al final del día acaba el trabajo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> Nunca
ha visto nada igual, le nota una gran belleza incrementada por la originalidad
del diseño.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> A
la mañana siguiente la lleva a su puesto en la Feria de Artesanos para lucirla;
no tiene intención de venderla.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> Un
antropólogo que recorre los puestos se detiene admirado y comienza a dispararle
una andanada de preguntas: que cómo se le había ocurrido el diseño; si había
visto esa imagen en alguna ilustración; que cuál era la antigüedad de la obra.
Se pone como loco cuando se entera de que no está a la venta.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> El
artesano, a su vez, lo interroga acerca de por qué se ha sorprendido tanto al
verla, por qué desea tanto poseerla. Acosado, el antropólogo le habla de la
semejanza con una deidad femenina con forma de abeja que adoraba un pueblo
antiguo. Un pueblo que se dedicaba a la agricultura en la medialuna de los
pueblos fértiles en Asia.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> El
artesano, sumamente interesado, le cuenta que concibió la figura a partir de un
sueño que fue para él una revelación y que transcurría en un templo cuya
arquitectura coincidiría con la de Asiria o Babilonia y que la vestimenta de
los fieles que la adoraban podría ubicarse en el mismo espacio y tiempo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> Su
interlocutor le afirma, no sin estupor, que él también había estudiado las
características del ídolo y de su pueblo a raíz de un sueño. Lo que había leído
no era muy optimista. El artesano debe tener cuidado con su creación y no
exhibirla de manera tan ostensible. Las características de esa deidad son
negativas y podría traer consecuencias funestas a su dueño.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> El
artesano duda de la veracidad del antropólogo, si trae daño, ¿por qué la quiere
comprar?<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> Mientras
conversan, una abeja ha comenzado a revolotear en torno a la cabeza del
artesano quien la espanta con un movimiento del brazo, sin prestarle atención.
La abeja zumba y molesta con el ruido hasta que éste se silencia por un
momento. Después, vuelve a oírse el zumbido. Esta vez es el antropólogo el que
debe espantarla. Regresa el silencio y notan a continuación que hay una abeja rondando
en torno a cada uno de los dos.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> Posesionados
con el tema de la discusión han atraído también el interés de los puesteros
vecinos que, con pocas ventas a esa hora del día y con mucha curiosidad por la
vehemencia de gestos y palabras de ambos, los rodean.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> En
un momento, alguien grita: “Miren la estatua”, y la ven cubierta de abejas. Los
zumbidos aumentan producidos por distintos ejemplares que se han enjambrado en
torno a la figura como suelen hacerlo cuando cambian de panal.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> Uno
de los puesteros, experto en cuestiones melíferas, toma una caja de cartón que
puede ser bien cerrada por arriba y con su sombrero las acompaña con un
movimiento envolvente intentando conducirlas al recipiente, pero ante la mirada
atónita de los espectadores, las abejas se abalanzan sobre el grupo y comienzan
a picar a diestro y siniestro con la consiguiente desbandada de puesteros y
turistas que para ese entonces ya se han concentrado en mayor número para la
visita sabatina.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> Se
arma un pandemonium increíble ya que el número de abejas ha crecido de manera
exponencial. Parece que todas las colmenas de la zona se hubieran dado cita en
el mismo lugar.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> En
medio de la caótica situación, un grupo de personas, aparentemente religioso,
se acerca moviéndose con calma en medio del descalabro. El grupo debe ser uno
más de los de las diferentes creencias que pululan por la zona. Con su sola
presencia, comienzan a concentrar las abejas sobre sus cuerpos y, por raro que
parezca, los insectos no sólo no los pican, sino que parecen acatar sus
órdenes. Se forma así un enjambre espectacular a su alrededor, una pirámide de
cinco metros de alto por tres de ancho que ocupa el centro de la calzada y los
cubre por completo. Los disparadores de las cámaras fotográficas funcionan
ininterrumpidamente y algunos aprovechan a despachar, desde sus modernos
celulares, las imágenes a los noticieros y a youtube.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> De
esa informe montaña palpitante se desprende con delicadeza uno de los
integrantes de la secta quien, cubierto de abejas, se acerca al artesano, lo
mira fijo sin parpadear, como en trance, y le dice: “Somos de la “Comunidad
apiaria”. Le compro la figura, ¿Cuánto quiere por ella?”.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> El
feriante no atina a contestar, anonadado por los acontecimientos que, la en
apariencia inocente figurilla, ha generado. Luego de un momento logra
balbucear:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> “Déme
lo que le parezca. Llévesela, es cosa del diablo. Yo no la quiero”.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> El
hombre saca del bolsillo, con cuidado de no lastimar ninguna abeja, un
considerable fajo de billetes de cien y agrega:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> “Gracias
a su trabajo hemos recuperado una deidad perdida en la noche de los tiempos.
Pronto un templo con forma de colmena se agregará a los edificios religiosos de
la zona”, y se dirige al grupo con el antropólogo pegado a sus talones.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> Doblemente
agradecido, una, por el excelente pago y otra, por haberse liberado de la
estatuilla, el artesano sonríe bobamente mientras todos en la feria y en el
pueblo ven alejarse a paso de hombre la bullente montaña hacia Mallín Ahogado.*<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">* Nota del editor: Mallín Ahogado, un
suburbio rural de El Bolsón, que registra la mayor concentración de templos de
distintos credos por metro cuadrado de todo el país.</span></span><br />
<div style="background-color: white; font-family: 'Trebuchet MS', Trebuchet, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18.479999542236328px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><span style="font-size: medium;">¿Querés leer más? </span></span></div>
<span lang="ES" style="line-height: 150%;"><span style="background-color: white; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; font-size: medium; text-align: start;"></span><br style="background-color: white; font-family: 'Trebuchet MS', Trebuchet, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18.479999542236328px; text-align: start;" /><span style="font-size: 13pt;"><o:p></o:p></span></span>
<br />
<div style="background-color: white; font-family: 'Trebuchet MS', Trebuchet, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18.479999542236328px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; font-size: medium;"> <a href="http://marthaperotto.blogspot.com.ar/search/label/Libros" style="color: #ef2500;">Ver todos mis libros y cuentos online</a></span></div>
</div>
Martha Perotto, Escritorahttp://www.blogger.com/profile/04380119159151957928noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5382100260975040750.post-65049004883649557362014-03-18T12:40:00.000-03:002014-03-18T15:39:46.003-03:00El hombre del paraguas amarillo<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<div style="text-align: justify;">
Del libro: <i>En la variedad está el cuento</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6OOV8RmjxBbAoXwXNHs-MMKN3pc7ZJ5z1S8nAyWU8Sxx1vbWBL7dSlMMWkPgnXdX_HIVOeQavUnMXiFGe0Ewzm8tI3wM5cK79aEHiZOODVS7yAiTKjloseDRp9-k_X8RIMKiUIuSdqlU/s1600/Paraguas+Final+600px.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="paragüas amarillo" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6OOV8RmjxBbAoXwXNHs-MMKN3pc7ZJ5z1S8nAyWU8Sxx1vbWBL7dSlMMWkPgnXdX_HIVOeQavUnMXiFGe0Ewzm8tI3wM5cK79aEHiZOODVS7yAiTKjloseDRp9-k_X8RIMKiUIuSdqlU/s1600/Paraguas+Final+600px.jpg" title="El hombre del paragüas amarillo" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><br /></td></tr>
</tbody></table>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<span style="line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="line-height: 150%;"> El hombre tenía un enorme paraguas
de color claro, amarillo, con huellas de gato marcadas en la tela. Era como si
el gato que había dejado su impronta hubiera pisado petróleo antes de
incursionar por ella.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES"> Sé que me reí porque me hizo
recordar al Inspector Clouzot en alguna película de la Pantera Rosa. Yo iba con
una amiga y él se dio vuelta al oír las risas. Comprendió enseguida cuál era el
motivo de nuestro regocijo y sonrió también, algo bobamente. Era gordo, y su
paraguas de tal dimensión, que alcanzaba a cubrirlo totalmente.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES"> Esa semana llovió todos los días. El
hombre iba siempre con su paraguas y debía de salir de su trabajo unos segundos
antes que nosotras porque lo descubríamos más cerca o más lejos por el enorme paraguas
manchado. Siempre nos saludaba con la misma sonrisa tonta que casi parecía quedar
flotando como la del gato de <i>“Alicia en
el País de las Maravillas”.<o:p></o:p></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES"> Resultó ser que trabajaba en el piso
inferior al de nuestras oficinas y salía a la misma hora. Siempre con paraguas.
Si llovía lo abría, si no, lo usaba de bastón.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES"> El viernes nos invitó a tomar un
café y mi amiga aceptó de inmediato sin que yo tuviera tiempo de opinar. Nos
sentamos a la coqueta mesita de una confitería cercana cuando mi amiga debió dejarnos
porque su novio, al que no esperaba, la había venido a buscar. No había sido mi
intención quedarme a solas con el falso Inspector Clouzot, pero ¡qué le iba a
hacer! Me pagaría un café y me ayudaría a pasar un rato lejos de mi pieza
solitaria. Conversamos. Le pregunté si le gustaban los gatos y después me
arrepentí porque pensé que creería que me estaba burlando de él. Pero no, nada
de eso. Me contestó que los gatos no le atraían de una manera especial y ya en
el tema no pude evitar preguntarle por las marcas en su paraguas. “Son para
conquistar chicas bonitas como usted” y yo comencé a arrepentirme del café y de
las preguntas. Sin embargo el tipo tenía un aire bonachón que me permitió
terminar la taza y despedirme sin prisas pero sin demoras.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES"> Mi pieza estaba fría y el viento
había tirado la ropa que yo tendiera por la mañana en el balcón y un gato con
las patas sucias había marcado mis sábanas y
algunas de mis ropas íntimas. Sólo pensé con disgusto en que tendría que
volver a lavarlas y luego, ya en la piletita de la cocina, cuando intentaba
limpiar por sectores las manchas negras de la sábana, recordé a Clouzot. Las
manchas eran similares a las de su paraguas. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES"> Después, miré por la ventana y vi al
gato sentado junto a la puerta del balcón como esperando que le abriera. Era
color amarillo, grande, con inmensos ojos verdes. En el balcón había pisadas,
huellas del gato por todas partes. Por la mañana tendría que lavarlo, antes de
ir al trabajo; ahora, ni de loca le abriría al gato gordo la puerta. Bajé las
persianas y se oyó un maullido de pesar. Me dio algo de risa por el pelaje
desarreglado, desparramado, pero no aflojé. Supe que seguía en el balcón porque
lo oía ronronear y moverse junto a la cortina.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES"> A la mañana seguía allí, hecho un
ovillo, sobre la tierra de mi macetero. No podía volver a colgar la ropa afuera
con ese animal rondando. Bajo su atenta mirada limpié el piso del balcón con
balde, trapo y cepillo. Eso sí, tomando previamente la precaución de cerrar la
puerta. El gato me miraba. ¡Que mirara! No pensaba darle de comer y sentí cómo
crecía mi enojo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES"> El balcón – y mi pieza, por supuesto
– están en un quinto piso. El gato parecía ponerse en sintonía con mi enojo y
se encrespaba ante cada movimiento enérgico del cepillo cuando éste se le acercaba.
Hasta curvaba el lomo, sacaba las uñas afiladas y mostraba los dientes. Me
apuré, sólo faltaba el repaso final y el balcón quedaría impecable. Me di
vuelta para enjuagar el trapo en el agua del balde cuando sentí que me saltaba
a la espalda y me clavaba las uñas filosas en los hombros. Luché por
desprenderme de él, más asustada que enojada, y estuve a punto de perder el
equilibrio. El gato seguía adherido como si en el aferrarse le fuera la vida. Y
le fue, porque logré sacar sus garras de mis hombros con ambas manos y me
sacudí con fuerza, como un perro mojado. El animal voló por encima de la
baranda estrellándose contra el suelo a cinco pisos de distancia. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES"> Vi como la portera del edificio se
le acercaba y luego regresaba con una pala y una escoba; lo barría – lo que
quedaba de él – y lo arrojaba en el recipiente de residuos que aguardaba al
basurero.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES"> Observé los daños en mi persona:
tres líneas de sangre desde cada hombro hasta el omóplato correspondiente y un
susto mayúsculo que traté de calmar con una enorme taza de café. No quiero
volver a ver gatos ni huellas de gatos en mi vida.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES"> Al salir esa tarde de la oficina,
llovía. Busqué el enorme paraguas amarillo y no lo vi. No volví a verlo nunca
más. Ahora no me da risa recordar a Clouzot.</span><br />
<span lang="ES"><br /></span>
<br />
<div style="background-color: white; font-family: 'Trebuchet MS', Trebuchet, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18.479999542236328px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><span style="font-size: medium;">¿Querés leer más? </span></span></div>
<span lang="ES"><span style="background-color: white; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; font-size: medium; text-align: start;"></span><br style="background-color: white; font-family: 'Trebuchet MS', Trebuchet, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18.479999542236328px; text-align: start;" /></span>
<br />
<div style="background-color: white; font-family: 'Trebuchet MS', Trebuchet, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18.479999542236328px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; font-size: medium;"> <a href="http://marthaperotto.blogspot.com.ar/search/label/Libros" style="color: #818181; text-decoration: none;">Ver todos mis libros y cuentos online</a></span></div>
</div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
Martha Perotto, Escritorahttp://www.blogger.com/profile/04380119159151957928noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5382100260975040750.post-38372693032764101672009-05-27T18:27:00.000-03:002014-03-18T15:28:23.326-03:00De fortines y Entreveros<div style="text-align: justify;">
Del libro “En viaje y otros cuentos”de Martha Perotto (El Bolsón)</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFKvwqd2nNFH7YvLFyacuWsnNQhIB4OJ3_s5uiYoUH-x82GQ0Y0cQJCeTa5Bigas8jjxc1RrOXda-VdQZp4WzIC6ewCTeyB1OBxC3qzdlcdSKerT50HImNqv8Rl1j5_GOLsjXUIlk_XB8/s1600/defort600px.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFKvwqd2nNFH7YvLFyacuWsnNQhIB4OJ3_s5uiYoUH-x82GQ0Y0cQJCeTa5Bigas8jjxc1RrOXda-VdQZp4WzIC6ewCTeyB1OBxC3qzdlcdSKerT50HImNqv8Rl1j5_GOLsjXUIlk_XB8/s1600/defort600px.jpg" height="640" width="571" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La vieja fotografía, en realidad un daguerrotipo, le permitió a Blas Hernández revivir aquella escena. Se vio con la espada en la mano y un terror atávico a la muerte posible en el rostro. Percibió hasta el roce del viento en la cara y el polvo del desierto volvió a entrarle por los ojos haciéndolo lagrimear, cosa común en ese espacio infinito donde se lagrimeaba por el polvo o por la soledad. A través del cerco perimetral del fuerte, de palo a pique, volvió a ver las matas agitadas por la brisa y el calor que sobrevolaba los objetos con una vibración ondulante. Se percibió rodeado de gente en cuyos rostros estaba presente la seriedad que produce el contacto con los hechos dolorosos: en el duelo se ponían en riesgo dos vidas.</div>
<div style="text-align: justify;">
¿Qué los había llevado a esa insensatez?</div>
<div style="text-align: justify;">
Acercó la lupa que ahora usaba para leer la letra pequeña a la imagen algo desdibujada y distinguió, al fondo, oculta, temerosa, tapada hasta la cabeza con una manta, la figura de la mujer. Hubiera deseado más conservar la imagen de ese rostro y esa figura que aquella del duelo. Mercedes…</div>
<div style="text-align: justify;">
Por ella un salvaje había encabezado el malón que la apartaría de su casa y de los suyos. Por ella se encontraban frente a frente los dos oficiales jóvenes del fortín. Al verla, nadie consideró locura sus acciones. Acostumbrados a jugarse la vida cada día no les importaba exponerla para defender cuestiones de honor o posesión.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La escena del anciano oficial evocando sus recuerdos por medio de una lupa y una vieja fotografía, daba inicio a la filmación. Me había acercado a las oficinas de la compañía de cine porque estaban por filmar una producción de época: desierto, fortines y malones. Sabía que iban a necesitar mis oficios, quedábamos pocos que conociéramos el arte de la esgrima. Andaban dos o tres profesores rondando con las mismas intenciones, pero mis antecedentes eran impecables y mucha mi experiencia, además, poseía varios campeonatos ganados en mi haber.</div>
<div style="text-align: justify;">
Las tratativas con el productor fueron también esgrima, claro que verbal - sword y word se parecen mucho -. Él lanzó dos o tres estocadas para que bajara mis pretensiones que fueron contrarrestadas con hábiles fintas de mi parte, finalmente arribamos a un acuerdo conveniente para ambos.</div>
<div style="text-align: justify;">
El trabajo comenzaría unas semanas antes de la filmación y con mis ayudantes deberíamos encargarnos del entrenamiento de varios de los actores. Para los dos principales resultaba imprescindible el aprendizaje porque en el centro de la trama un duelo con sables definía la situación. Para los demás, estaba la escena de la lucha con los indígenas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pequeña y frágil, la vieron llegar con el destacamento encargado de rescatarla a ella y a otros cautivos, casi todos niños y mujeres. Formaba con los demás un grupo apagado y silencioso, lleno de temor.</div>
<div style="text-align: justify;">
Supieron enseguida que era la hija de un amigo del comandante, oficial también, y que debían tratarla con el respeto que merece una dama. Se alojó en lo que había sido hasta el momento la habitación de Blas, un pobre cuarto con un catre y el lujo de una mesa y una silla. Él tuvo que mudarse con el otro oficial, Tomás Ezcurra.</div>
<div style="text-align: justify;">
La mujer de uno de los cabos le cedió un vestido que ya no le quedaba y entró al comedor con humildad. El vestido, ajado y de gusto vulgar, lucía en ella como el de una reina. Se atropellaron con Tomás para acercarle la silla. Observaba las cosas como si fueran nuevas, nunca vistas, y ellos la miraban de la misma manera. Habló poco, pero respondió todas las preguntas del comandante. Había en esos ojos una tristeza profunda, de resignación a la fatalidad que había marcado su destino, de dolor sagrado como el de las heroínas trágicas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El entrenamiento que creímos podía hacerse con rapidez, se demoró por la torpeza de los actores. Sólo uno de ellos que había sido bailarín lograba moverse con gracia y elegancia. El director desesperaba de poder hacer de la escena del duelo el centro de la película como marcaba el guión.</div>
<div style="text-align: justify;">
Finalmente, decidimos reemplazar los sables reglamentarios por floretes más livianos que podrían haber llegado al fortín en las maletas del comandante. El cambio favoreció bastante los movimientos casi de ballet de los duelistas. Dado ese pequeño éxito, se hicieron también las modificaciones pertinentes en el texto.</div>
<div style="text-align: justify;">
Armamos la secuencia de la pelea movimiento por movimiento, y se estudió como una coreografía. Hasta dibujamos los pasos en el suelo para que no hubiera equivocaciones. Los artistas se empeñaron y lograron progresos notables; como todo en la vida, el aprendizaje fue la respuesta a sus motivaciones. Querían triunfar.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Y qué motivaciones tuvo el duelo?</div>
<div style="text-align: justify;">
Con el correr de los días Mercedes, la cautiva, fue habituándose a su nueva situación; se sintió relativamente a salvo y ejercitó las rutinas de una vida sencilla que para ella era lujosa después de las penalidades sufridas. Había pasado en los toldos cerca de dos años y en el porte y en el gesto se notaba que agradecía hasta el aire que respiraba.</div>
<div style="text-align: justify;">
Tomás, que había estado al mando de la expedición que la rescatara, se sentía un poco dueño y acaparaba permanentemente su atención.</div>
<div style="text-align: justify;">
El comandante captaba un poco preocupado el creciente interés de sus oficiales en esta mujer. Comprendía que se les hacía difícil ignorarla después de tantos meses de alejamiento de la sociedad.</div>
<div style="text-align: justify;">
Comenzó a organizar el reencuentro de Mercedes con su familia. Pero no era fácil, los indios bomberos del cacique se dejaban ver de tanto en tanto para hacerles saber que éste no la había olvidado, que esperaría atento, el menor descuido de los militares para devolverla a sus toldos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
No obstante los progresos de los actores, el director quería sentirse seguro y nos contrató como dobles para continuar el trabajo y mejorar las escenas que le preocupaban. Así, viajamos a una localidad de la provincia de Río Negro donde se había levantado la réplica del fortín que indicaba el guión.</div>
<div style="text-align: justify;">
Desde nuestra llegada se apoderó de mí un sentimiento de pequeñez que se fue transformando en angustia ante el pasar de los días en estas soledades. Creo que a todos nos ocurría lo mismo. Tratábamos de acortar las primeras horas nocturnas con música y juego. Percibíamos una involución interior, un retroceso en la historia, exacerbado por el tema de la película y yo no lograba desprenderme de él ni ante la parafernalia de elementos técnicos que acompañaban el rodaje y que nos situaban perfectamente en la actualidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
Era algo primario, la tierra y nosotros, la inmensidad y nosotros, reconstruyendo una historia que bien podría haber sido verdadera.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Las fortineras se movían en su elemento, lavaban la ropa y eran compañeras de baile y de lecho del soldado; también domaban caballos y arreaban el ganado con habilidad, a veces con uno o dos críos sobre la montura. Mercedes era un elemento que no encajaba en el fortín. Si bien las mujeres no hacían distingos ni morales ni de trato con las que habían sido cautivas, los privilegios que le había otorgado el comandante desde su llegada no la habían beneficiado en este sentido. La sabían diferente, puesto que no había ninguna entre ellas que pudiera considerarse una dama. La mujer del cabo era la única con la que conversaba y fue a ella a quien Mercedes solicitó en préstamo unas ropas más cómodas.</div>
<div style="text-align: justify;">
Y entonces se la vio con unas faldas grises, de algodón; una camisa marrón descolorida por los muchos lavados y un pañuelo en la cabeza del mismo color, que ataba por detrás. Así circulaba por el patio y se mimetizaba con las paredes de adobe en alguna actitud aindiada que comenzó a llamar la atención.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
«Toque, cruce, toque, retroceso. Comencemos de nuevo. ¡En guardia! Presenten armas. Tomás ataca. Blas detiene y contraataca». Continuábamos el trabajo puesto que se acercaba el momento de filmación de la elaborada escena.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
- ¡Se escapó! ¡Cuidado!</div>
<div style="text-align: justify;">
El hermoso alazán de largas crines, domado a medias, se había escapado del corral y corría desbocado por el centro del patio produciendo un revuelo de mujeres y niños que se ponían a resguardo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Mercedes tomó la parte de atrás de su falda y la pasó por entre las piernas sujetándola adelante, en la cintura. Las pantorrillas tostadas por el sol quedaron al aire con esa especie de improvisado chiripá. Se dirigió resueltamente hacia el animal con el pañuelo que arrancó de su cabeza entre las manos. Le salió al cruce y todos temieron que el potro se alzara de manos y la lastimara, pero ella le habló y le puso el pañuelo sobre los belfos, con la otra mano tomó la rienda que era arrastrada por el suelo en la carrera y le siguió hablando. Fue como magia, el animal sofrenó la marcha y se dejó sobar por las manos y la voz de la mujer. Sin apresuramientos, ella se tomó de las crines y de un salto se encontró sobre el lomo del potro arisco y ante el asombro de todos lo hizo encaminarse hacia el corral.</div>
<div style="text-align: justify;">
Su calzado se había desprendido y el negro cabello flotaba al viento. Mujer y animal formaban una estampa inolvidable. Llegados al corral, Mercedes se apeó en medio del barro y siguió por un rato con el sutil trabajo de amansado. Cuando al fin se alejó hacia las casa, con las piernas cubiertas de lodo, los habitantes del fortín comprendieron que se había identificado con sus captores hasta un punto increíble. Temblaron porque sabían que el cacique no podría olvidarla y que, seguro, la buscaría.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Para matizar la soledad me hice amigo de perros y caballos. Jamás había estado cerca de tanto animal. Me permitían cabalgar por los alrededores del set, cosa buena para ejercitar los animales.</div>
<div style="text-align: justify;">
Partía muy temprano seguido de cuatro o cinco canes; muchos de ellos eran cuzcos viejos, flacos y esqueléticos que daban veracidad a las escenas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Lo explicó con sencillez: creyó que nunca regresaría y decidió que debía tomar las cosas como se le presentaban; eso lo logró después de muchos días de dolor profundo. Supo que se adaptaba o moría, y eligió.</div>
<div style="text-align: justify;">
Ella estaba perdida para la sociedad pacata, el comandante lo comprendió y se solidarizó con su dolor. ¿Dónde encontraría un lugar?</div>
<div style="text-align: justify;">
Pero así como la compasión del comandante había sido movida por esas confesiones, la visión de la faceta india de Mercedes llevó a Tomás a un peligroso pensamiento: «Vivió dos años con un indio; fue su mujer en todo el sentido de la palabra». Y la buscó para sí de esa misma manera salvaje. No podría pedirla nunca en matrimonio, si lo hiciera, su familia se horrorizaría.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Al ascender día tras día las bardas se me iba metiendo el paisaje en el alma y comencé a disfrutar de la soledad. Pensaba que había sufrido una especie de frenazo violento al pasar del bullicio y movimiento ciudadanos a la tranquilidad pueblerina, al aislamiento y la economía de ese paisaje que sólo se prodigaba en inmensidades siendo parco en vegetación y habitantes.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El asedio de Tomás comenzó a fastidiarla y Blas percibió desde su corazón enamorado el desasosiego que producía en Mercedes la actitud de su amigo. Se lo dijo a Tomás, conversaron largamente una noche, pero sólo consiguió irritarlo hasta un punto de no regreso. Se terminó la amistad que los uniera como si el viento del desierto la hubiera arrancado de cuajo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Al director comenzaron a preocuparle mis constantes vagabundeos y me encaró para decírmelo «Jamás está cuando se lo necesita. ¿Qué anda haciendo por ahí?, en esos lugares no hay nada; todavía va a terminar perdido».</div>
<div style="text-align: justify;">
- Es cosa mía.</div>
<div style="text-align: justify;">
- Se le paga por su asistencia técnica y por su participación en las escenas de lucha. ¿Qué le pasa?</div>
<div style="text-align: justify;">
- Nada. Nada… ¿Para qué me necesitaba?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Después… en un momento propicio, Tomás pasó a la acción y buscó poseerla por la fuerza. Ella se defendió ferozmente.</div>
<div style="text-align: justify;">
Blas la vio entrar a su cuarto con la ropa desgarrada y dos o tres golpes en la cara. Se le acercó y la sostuvo entre los brazos. Mercedes no lloraba, tenía seca la fuente de las lágrimas.</div>
<div style="text-align: justify;">
Detrás de ella entró Tomás, enardecido, y se topó con Blas que la defendió con hombría. La pelea pudo darse allí mismo si no hubiera sido interrumpida por la llegada del comandante, quien al ver el cariz que tomaban los acontecimientos, les ordenó a ambos presentarse en su despacho.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Esa mañana, mientras recorría, encontré un flechero en una barda. Percibí con más claridad que lo que filmábamos era una historia posible. Noté que me dividía en dos seres: uno, el que había sido hasta ese momento, un hombre de ciudad que tenía afinidad con las espadas y al que esa relación había llevado a ocuparse del pasado, sobre todo de un pasado aristocrático – sólo los caballeros usan espadas -; otro, un ser nuevo que se sentía libre corriendo a caballo por la estepa seguido de los perros, con la barba y la ropa de tres o cuatro días para adaptarse al papel del soldado.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Bien ataviados, ambos oficiales se presentaron frente al comandante. Éste se demoró con unos papeles antes de atenderlos. Al ser interrogados respondieron que querían dirimir sus diferencias en un duelo, que no había otra solución posible. Fueron autorizados. Se realizaría al amanecer del día siguiente. Armas: el sable reglamentario; padrinos: los dos cabos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Como si fuera real, el duelo se desarrollaba ante a mis ojos. Los pasos ya no eran una coreografía; los ataques y defensas se habían automatizado y el director estaba exultante. Tanto, que planificamos de la misma manera minuciosa las escenas más importantes del combate con los indios.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La gente del fuerte rodeaba a los contrincantes; los padrinos discutían los últimos detalles en voz baja. Los duelistas vestían el pantalón del uniforme y se habían quitado las chaquetas para pelear con más libertad. Los músculos se percibían en cada movimiento y por las camisas entreabiertas, el pecho quedaba al descubierto. Jóvenes, fuertes y apuestos. Uno iba a morir.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Esa noche, mientras el director repasaba las escenas filmadas durante una jornada agotadora, decidí dormir al raso lejos de los escenarios. El cielo, todavía incontaminado, me regaló millones de estrellas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El interés en el duelo no permitió percibir un silencio inquietante luego de un movimiento inusitado de pájaros, zorros y otras pequeñas criaturas en los alrededores del fuerte.</div>
<div style="text-align: justify;">
La primera estocada fue lanzada por Tomás y detenida por Blas quien contraatacó con velocidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
Varios pasos al frente y ataque, retroceso y contraataque, un ballet de muerte se desarrollaba ante los ojos azorados del pequeño mundo del fortín.</div>
<div style="text-align: justify;">
La mujer se había cubierto de la cabeza a los pies con una manta y deseó no haber llegado nunca a ese puesto perdido.</div>
<div style="text-align: justify;">
Ocurrió algo fuera de lo normal, se tomó una imagen del encuentro, ilustraría un artículo periodístico en preparación.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Respiré hondo el aire fresco y calenté un café en la fogata. El caballo pastaba cerca y los perros me rodeaban. Aunque no quería, debía ponerme en movimiento; el director ya me estaría buscando.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Un ataque más violento por parte de Tomás hizo brotar la primera sangre en el brazo de su contrincante y la blanca camisa floreció en un botón rojo. Saltó Blas enardecido e hizo volar el sable de Tomás. Quedaba en sus manos la vida del otro.</div>
<div style="text-align: justify;">
Un silencio mayor se prolongó en segundos de indecisión que se hacían eternos. En ese silencio, el aullido venido de afuera resonó más fuerte y los motivos del enfrentamiento y sus peripecias se disolvieron en la razón más importante de defender el fuerte.</div>
<div style="text-align: justify;">
Cada uno corrió a su puesto. Por suerte no dormían, aunque los indios se habían acercado demasiado sin ser percibidos por los guardias del mangrullo, atentos sólo a las circunstancias del duelo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Llegué al escenario de la película a todo galope. Este día sería también de locura, se filmaría el ataque y yo debía supervisar la batalla cuya secuencia había armado con el director y los ayudantes y, además, tenía que doblar al primer actor en las escenas más riesgosas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Aguantaron varias arremetidas del indígena. Supieron que el malón era dirigido por el cacique que buscaba a Mercedes y que había traído sus mejores hombres. Se sintieron superados en número, en poco tiempo caería el fortín.</div>
<div style="text-align: justify;">
Cerca de la media tarde, Mercedes dejó los heridos y se encaminó al corral. Montó el potro al que había amansado y dirigiéndose al fondo del patio tomó carrera saltando limpiamente el cerco y el foso.</div>
<div style="text-align: justify;">
La vieron galopar con el cabello al viento rumbo a las posiciones del infiel. El fortín, ella lo sabía bien, había sido sólo un «impasse», un respiro, un toque de civilización que sintió como una despedida antes de volver a perderse en la inmensidad polvorienta y árida para nunca regresar. Fue bueno sentirse amada; igual debía irse, llevaba un hijo indio en las entrañas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Después del éxito en las taquillas me llovieron los llamados para preparar escenas de guerra y hasta de lucha callejera con cualquier tipo de arma. En cada escena arriesgada de la película se notaba mi mano para celos del director. No acepté ninguna oferta. Vendí todas mis pertenencias, me compré un viejo vehículo todo terreno y desaparecí en la inmensidad sureña, polvorienta y árida, para nunca regresar.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="background-color: white; font-family: 'Trebuchet MS', Trebuchet, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18.479999542236328px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><span style="font-size: medium;">¿Querés leer más? </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; font-size: medium; text-align: start;"></span><br style="background-color: white; font-family: 'Trebuchet MS', Trebuchet, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18.479999542236328px; text-align: start;" /></div>
<div style="background-color: white; font-family: 'Trebuchet MS', Trebuchet, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 18.479999542236328px; text-align: center;">
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; font-size: medium;"> <a href="http://marthaperotto.blogspot.com.ar/search/label/Libros" style="color: #818181; text-decoration: none;">Ver todos mis libros y cuentos online</a></span></div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5382100260975040750.post-2674307603772876192010-04-16T16:15:00.002-03:002014-03-12T13:31:21.095-03:00Resultados Premio Sigmar de Literatura Infantil<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgODFS5FbHEgLtvK_RCjQvT4FKF_bQYNWMhB7iuSQ1Xv8BP0XzISZ59HVvp4_bfQrXibllgsZ9bHB9_JLAS5OXbnGY-IhVeLETWcoqv1xUT2XnQYoT2E3ar5bIRypf0BhLDh4z4Lu0QoJ4/s1600-h/clip_image002%5B6%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="clip_image002" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmnayTDxmKRRk4mQzFOSHkSO2zmSTd7PGL83Wm7HFInNez_JNS1mwhMdlszJeMoE6VLIrN0uL4l_yQk8_jczBS1lCH_N-21OXqi7foFPnJ9qHGcr6_hXp-v970OxHwHTbDiOPtpg3TYaY/?imgmax=800" height="71" style="border: 0px none; display: inline;" title="clip_image002" width="227" /></a><a href="http://lh5.ggpht.com/_y4llQ-lhbT8/S8iw0JWodOI/AAAAAAAAn90/pi7N4xatNVo/s1600-h/clip_image002%5B4%5D%5B3%5D.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="clip_image002[4]" border="0" src="http://lh6.ggpht.com/_y4llQ-lhbT8/S8iw-H7lliI/AAAAAAAAn94/Kqw2jGzmkOg/clip_image002%5B4%5D_thumb%5B1%5D.jpg?imgmax=800" height="119" style="border: 0px none; display: inline;" title="clip_image002[4]" width="206" /></a></div>
<div class="post-body" id="4568372701557548251">
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<h2>
<span style="font-size: large;">Premio Sigmar </span><span style="font-size: large;">de Literatura Infantil y Juvenil 2010</span></h2>
Editorial Sigmar comunica los resultados del Premio Sigmar de Literatura Infantil y Juvenil 2010. Más de 170 autores de todo el país participaron de esta convocatoria, presentando <b>novelas</b> o <b>antologías de cuentos</b>, dirigidos a lectores de entre 7 y 10 años. El jurado estuvo integrado por la Prof. Elisa Boland, escritora y bibliotecaria, la Prof. Norma Huidobro, escritora, y la Prof. Alicia Salvi, especialista en literatura infantil.<br />
<br />
<ul>
<li><b>Primer premio</b> ($12.000 y publicación de la obra)<br />Obra:<b> </b><b><i>Rodrigo y el libro sin final</i></b>Autor:<b> Sebastián Norberto Lalaurette </b>(Seudónimo: Linmer)<br />Opinión del jurado: <i>"Relato original, muy bien narrado. El trabajo del escritor, el proceso de escritura de una novela, su estructura formal, la conexión de sus episodios, la creación de personajes y su función dentro de la trama, todo eso está presente en la historia de manera natural”.</i></li>
<li><b>Segundo premio</b> ($6.000)<br />Obra: <b><i>El secreto</i></b><b><i> de la caverna</i></b>Autora: <b>Martha Perotto</b> (Seudónimo: Consuelo)<br />Opinión del jurado:<i> “Tiene misterio, suspenso y acción muy bien dosificados. Una historia muy bien estructurada. Destacamos una excelente puesta en escena en la Patagonia”.</i></li>
<li><b>Menciones especiales del jurado</b><br />Obra:<b> <i>Oliverio y los Dlobs</i></b>Autora:<b> Ana Beatriz Vexler </b>(Seudónimo: Flor Miralunas)<br />Opinión del jurado:<i> “Relato ágil, original y divertido. Narrado en primera persona por un niño que, accidentalmente, entra en contacto con pequeños seres extraterrestres”.</i><i><br />Obra:<b> <i>Vidas piratas</i></b></i>Autor:<b> Martín Blasco </b>(Seudónimo: Archivaldo de la cornisa)<br /><i>Opinión del jurado: “</i>Relatos sumamente originales, muy bien escritos, con humor e ironía del principio al final. Diálogos ágiles e ingeniosos<i>”</i>.</li>
</ul>
<br />
Las obras ganadoras del primer y segundo premio serán publicadas e integrarán la colección Telaraña. Se encontrarán disponibles desde la próxima Feria del Libro de Buenos Aires, en el stand de la editorial (stand 1022, pabellón verde). <br />
Independientemente de lo establecido por las bases del concurso, por su originalidad y su calidad literaria, Editorial Sigmar publicará los trabajos que han recibido menciones. Ambas obras integrarán también la colección Telaraña y se encontrarán disponibles a partir de Julio de 2010. <br />
El Premio Sigmar constituye el premio de mayor dotación otorgado por una editorial argentina independiente a la creación de autores argentinos de Literatura Infantil y Juvenil. <br />
La entrega de premios se realizará <u>el próximo miércoles 28 de abril, a las 18, en la sala Alfonsina Storni</u> de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, predio de Exposiciones de La Rural.<br />
<blockquote>
<em>El Premio Sigmar de Literatura Infantil y Juvenil ha sido declarado de interés cultural por el Honorable Senado de la Nación Argentina, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires y el Ministerio de Cultura e Innovación de la provincia de Santa Fe y declarado de interés educativo por el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la provincia del Chaco.</em><br />
<em>Cuenta con el auspicio del Ministerio de Educación de la Nación, el Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la Fundación El Libro, la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina (ALIJA), la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y Foro 21.</em></blockquote>
<br />Ver colección telaraña completa: http://www.sigmar.com.ar/Coleccion/118/Telara%C3%B1a#.UyCKqPl5OSp </div>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5382100260975040750.post-36073911654244906992010-05-05T15:09:00.001-03:002014-03-12T13:19:11.355-03:00Escritora de El Bolsón recibió importante premio en la Feria del Libro<div style="text-align: center;">
<b>
Martha reveló “El Secreto de la Caverna”</b></div>
<div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7qDBaHozmvNNz96LpWV5zOWMN8-TVd7-vwc3Oj5atZyI_duY5Yf-nIYF1EVAAL691Wb9VRr3Nb8WL6P6NFzEC-YQrPxAeltSK0-vpEg-AqUAwmPiC01OlftLRd_cB79yYKS02hxc_61Q/s1600/Premio+sigmar.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="Feria del Libro de Buenos Aires" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7qDBaHozmvNNz96LpWV5zOWMN8-TVd7-vwc3Oj5atZyI_duY5Yf-nIYF1EVAAL691Wb9VRr3Nb8WL6P6NFzEC-YQrPxAeltSK0-vpEg-AqUAwmPiC01OlftLRd_cB79yYKS02hxc_61Q/s1600/Premio+sigmar.jpg" title="Martha Perotto y Editorial SIGMAR" /></a></div>
<span style="background-color: white;"><i>Martha Perotto, escritora de El Bolsón ganó el segundo premio Sigmar de Literatura Infantil. En el marco de la Feria del Libro de Buenos Aires, recibió los honores que esta distinción le otorga.</i></span>
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<span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">En la Feria del Libro de Buenos Aires, el día 28 de abril, se entregaron los premios correspondientes a la segunda edición del Premio Sigmar de Literatura Infantil. El ganador fue Sebastián Lalaurette con su libro "Rodrigo y el libro sin final" y el segundo premio correspondió a Martha Perotto con "El secreto de la caverna".</span><span style="background-color: white; font-family: Times, Times New Roman, serif;"> El jurado estuvo constituido por reconocidas profesionales como: Elisa Boland, Norma Huidobro y Alicia Salvi quienes también otorgaron dos menciones especiales.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> Los dos primeros premios han sido publicados en la Colección Telaraña con hermosas ilustraciones. La colección ya cuenta con numerosos títulos y se ha ganado el aprecio del público por la calidad de sus textos y su cuidada edición. Además está segmentada en tres niveles: Lector, Muy Lector y Mega Lector.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> La entrega de premios se realizó en la Sala Alfonsina Storni del Pabellón Blanco y finalizó con un brindis.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> Con respecto a "El secreto de la caverna", de Martha Perotto, con ilustraciones de Andrés Alvez, podemos leer en la contratapa:</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> "Mercedes, Julia, Claudio y Santiago forman un equipo para realizar un trabajo de recolección de fósiles de dinosaurios. Son alumnos de cuarto grado de la escuela del pueblo de El Chocón, Neuquén. Viven en una de las zonas del planeta donde más abundan los fósiles: la Patagonia Argentina. Pero lo que no imaginan es que, tras esa inocente tarea, se esconde la aventura de sus vidas".</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"> Martha Perotto reside desde hace treinta años en El Bolsón, Río Negro, y ha escrito numerosos libros, entre ellos "Aventuras en el fondo del mar", también para niños.</span>Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5382100260975040750.post-970539975626742972008-09-10T22:13:00.001-03:002014-03-12T12:56:30.271-03:00Galería de Ilustraciones<div style="text-align: left;">
Estas son algunas de las tapas e ilustraciones de mis libros.
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<embed flashvars="host=picasaweb.google.com&RGB=0x000000&feed=http%3A%2F%2Fpicasaweb.google.com%2Fdata%2Ffeed%2Fapi%2Fuser%2Flabiblio%2Falbumid%2F5244563994192848561%3Fkind%3Dphoto%26alt%3Drss%26authkey%3DlLIDQQt2Hbw" height="400" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" src="http://picasaweb.google.com/s/c/bin/slideshow.swf" type="application/x-shockwave-flash" width="600"></embed></div>
Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5382100260975040750.post-60000563030807985092014-03-12T11:55:00.003-03:002014-03-12T12:49:33.241-03:00Mis últimos libros<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://marthaperotto.blogspot.com.ar/p/libros-publicados.html"><img alt="El secreto de la caverna" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1SL5zBBiscaBw7OJEfkTah2IQN7-gHBQVIAV5Wm-nRHcnbq8YG1C7JXElOyxoGkkL_Es-KAte8fEn4ULFkhMzxVmMNFTZcA4P-NQzWgktb16TnLm8OxmdTpzuLLpS-RBoR4kkuJSLWCw/s1600/el+secreto+de+la+caverna+blog.png" height="200" title="El secreto de la caverna" width="145" /></a><a href="http://marthaperotto.blogspot.com.ar/p/libros-publicados.html"><img alt="En la variedad está el cuento" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicgvtqpmr8lSCKaDfxB4-Phr2sVozxcNOALk1wwc7yhhUzxg8NdKKqryqKA2-z9tuBayu0kOEBp5m6W9qKn0ex2DAHhSR3j2lr6PUPGQCt128cxlE70vkDGEpMGeAgQs9EQsLmzrgfwms/s1600/En+la+variedad+con+sombra.png" height="200" title="En la variedad está el cuento" width="148" /></a><a href="http://marthaperotto.blogspot.com.ar/p/libros-publicados.html"><img alt="Mudanza en el siglo veintitrés" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7-pqOMursKCO15gJDcZcpjS4Uo6sU0ZnWWVu2OdxjAeYI1vEu3Q9lgOp_rvlvbIFw0b-eDCUqJhc7Qv9vlhT-CoB2VlzpN7gt6tTRs8nLq2Dy8WYZm7cEbvnbFadxQbKoNrU0sVvcJ6g/s1600/mudanza+blog.png" height="200" title="Mudanza en el siglo veintitrés" width="150" /></a></div>
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<div style="text-align: center;">
<b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><a href="http://marthaperotto.blogspot.com.ar/p/libros-publicados.html">Leer</a></span></b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-style: italic;"><br />Comparto con ustedes mis últimos libros, para chicos y grandes. Los invito a escribirme a </span><b style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; font-style: italic;">marthaperotto@gmail.com o lferrero@elbolson.com</b></div>
Martha Perotto, Escritorahttp://www.blogger.com/profile/04380119159151957928noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5382100260975040750.post-20164005234938082662009-05-27T19:12:00.001-03:002014-03-12T12:37:05.078-03:00Necesito que me crean<br />
<br />
<h3>
<i><span style="font-weight: normal;">Del libro </span>Cuentos para un Invierno Largo</i></h3>
<br />
<br />
<span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><span style="text-align: justify;">Entre Gualjaina y Paso del Sapo hay un mojón que marca la entrada a una comarca extraña, de agreste belleza. El mojón, Piedra Parada; la comarca, El Mirador.</span></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">La Piedra Parada, junto al río Chubut, alza su mole de más de cien metros de alto, marrón rojiza, como un prisma olvidado, juguete gigantesco de algún dios niño. La región a la que abre paso guarda sorpresas en los miles de tonos y formas que se suceden. Sólo es posible admirarla como se merece en un lento paseo a caballo que dure varios días o desde la altura, si se pudiera volar con las alas fuertes de un cóndor o de un buitre.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Un día de invierno, hace ya tres años, bajó de la camioneta que lo había levantado en la ruta. Llevaba en la mochila todas sus pertenencias, todo lo que tenía en el mundo sobre sus espaldas.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">De pie en el centro del camino, miró al vehículo hasta que se perdió a lo lejos. Saltó el alambrado y se acercó a la enorme piedra, la tenía enfrente. Caminó un trecho y divisó el vado, las huellas lo marcaban.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Se sacó los botines y los colgó de la mochila, se remangó los pantalones por encima de la rodilla y empezó el cruce en diagonal.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">El río estaba hondo, el agua se arremolinaba. Hacia la mitad del recorrido una piedra floja lo hizo trastabillar y cayó de espaldas. Sintió que el pie se doblaba de manera anormal apresado en el fondo. Luchó para incorporarse venciendo el peso de la mochila, finalmente pudo hacerlo y liberarse. Le extrañó no sentir dolor, el frío del agua debía haberlo insensibilizado. Probó y al notar que podía apoyar el pie se apresuró a salir.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Empapado, llegó a la orilla y revisó sus pertenencias. Por suerte los fósforos y el escaso pan, que estaban envueltos en bolsitas plásticas, se habían salvado de la mojadura.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Pensó en hacer fuego para secarse pero calculó que en tres horas llegaría. Si se demoraba se haría de noche.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Se ajustó los botines y empezó a caminar. Rengueaba un poco. Decidió confiar en sus fuerzas y para ahorrarlas enderezó hacia el Cañadón de la Buitrera, un tajo profundo en la montaña, que le acortaba el camino.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Entró en él sin prestarle atención, miraba el suelo ensimismado en sus pensamientos ¿le darían el trabajo? ¿lo dejarían pasar allí este invierno que amenazaba ser duro en todo sentido? Sus amigos no le iban a fallar. ¿Y si no estaban? Forzaría alguna ventana, luego la arreglaría... o podía meterse en el galpón, con los animales, hasta que llegaran. Se sintió más seguro, no iba a tener problemas ¿dónde iban a encontrar un peón para toda tarea más barato? Lo que necesitaba era gente amiga, lo había pasado mal últimamente.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Llevaba ya un buen trecho recorrido cuando levantó la vista y sintió que el alma se le encogía. Los paredones tan altos y del mismo color y material que la Piedra Parada parecían venírsele encima.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Estaban tan cerca las murallas del desfiladero, separadas sólo unos cincuenta metros una de otra, que sintió claustrofobia. Miró hacia atrás y ya no vio la entrada. Había girado en una curva y no divisaba más que encierro. El sol no llegaba, una difusa claridad lo envolvía todo.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">El hilo de agua, que corría junto a la senda apenas marcada, estaba orillado por un poco de pasto tierno y algunos matorrales. Las paredes tenían cientos de agujeros. También se veían algunas cuevas enormes en lo alto. La sensación de encierro se hizo más profunda. Estaba aterido.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Debía de ser el frío y el tirón en el tobillo los que le daban esa pesadez a su espíritu. Pisó un guijarro y sintió un pinchazo en la médula del hueso. Hizo un esfuerzo para recuperarse, no debía detenerse. Así, en caliente, no dolía tanto, si paraba sería peor.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Limpió una rama seca y la usó de bastón.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">El camino ascendía. El lo había recorrido hacía tiempo, de a caballo y con un compañero. Le había parecido más fácil, no recordaba tanta piedra, tanta trepada.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Otra vuelta y más roquerío. El tobillo no resistía el esfuerzo. El botín le atenaceaba la pierna que comenzó a latirle.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Decidió tomar un respiro, le aflojaría los cordones al zapatón. Se sentó en una piedra junto al arroyo y soltó la atadura. Un gran alivio lo reconfortó pero pronto el frío le hizo castañetear los dientes. ¿Frío o fiebre? Se tocó la frente...ardía.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">La noche llegaba aprisa allí, en el fondo. Se le ocurrió pensar que nadie sabía de su viaje. Los de la camioneta que lo había traído iban lejos y ni siquiera lo conocían. Sus amigos no lo esperaban. Sintió miedo.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Se paró e intentó caminar. El zapato flojo le había dado un alivio momentáneo. No podía apoyarse. Sentía el pie como algo ajeno a él, capaz de imponerse. Lo obligaba a continuar el descanso.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Menospreció el suceso, peores cosas le habían ocurrido durante su vida aventurera.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Miró alrededor. Estaba en un punto un poco más ancho del cañadón. Saltando en un pie reunió unas matas secas para encender fuego y aprovisionó más para mantenerlo durante la noche. Al día siguiente, luego de un descanso, todo iría mejor. La aurora es la esperanza del centinela y el viajero.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">El fuego le costó un poco de trabajo y unos cuantos fósforos pero lo logró. El chisporroteo de las ramitas frágiles le encendió también el corazón.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Mordisqueó un pedazo de pan duro, resto de su almuerzo del día anterior y recordó que no había comido con el ajetreo del viaje. Extendió junto al fuego el contenido de la mochila para que se secara y se acostó en el suelo, la manta estaba demasiado húmeda, usó la mochila de almohada y se durmió.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Despertó con el cuerpo rígido y un dolor terrible en el pie. Tenía mucho frío; la cabeza ardía de fiebre. El fuego se había reducido a unas minúsculas brasas que luchaban por no extinguirse. Calculó que era la medianoche. La luna llena, una luna clara, de frío, suspendida en lo alto de la brecha, iluminaba las altísimas paredes.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Moviéndose con dificultad agregó primero unas ramitas al fuego; luego, con desesperación, echó matas enteras, el miedo lo iba ganando. Las llamas ágiles y altas multiplicaron las sombras en el desfiladero. Un bulto grande, dando chillidos desafinados cruzó sobre su cabeza. ¿buitres? Probablemente, un lechuzón.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Cerró los ojos, algo más frío que la helada nocturna le traspasó el alma. Se encogió haciéndose pequeño, un latido tan solo en lo inmenso de la soledad.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Afuera, sombras y miedo; adentro, sueñ</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">os y miedo.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">De cada uno de los agujeros del paredón de piedra empezó a salir una masa blancuzca que se descolgó en cascada de las oquedades que cubrían las paredes. Las puntas sueltas danzaban como movidas por los alambres invisibles de un titiritero macabro. Se elevaban, se unían para dibujar suspendido en el aire, de pared a pared, un inmenso rostro de mujer. Fatídica medusa con cabellos de gusanos.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Extrañamente se asemejaba a la que lo había hecho sufrir tanto, aunque ésta era más hermosa, más helada, (miró sus ojos) más atractiva...Se fue acercando...Extendió las manos y aunque creyó que sólo tocaría el humo de un ensueño febril sintió un contacto viscoso. Un frío glacial le entró por las yemas de los dedos, le recorrió las palmas, le trepó por los brazos y le fue ganando el cuerpo. Luchó por su vida con una concentración mental que nunca creyó haber poseído. Su yo pareció refugiarse en lo más recóndito hasta desaparecer aún de su propia conciencia. No supo más...</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">El rostro de su amigo estaba sobre el suyo. El joven le agarró la mano con desesperación; era algo real, cálido.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Dejó que sus ojos recorrieran el lugar. Estaba en un rancho, mucha gente silenciosa los rodeaba. El que se reuniera tanta gente se daba sólo en los velorios.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">La mirada de su amigo estaba llena de compasión al preguntarle:</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">¿Qué te pasó?</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Un temblor extraño, imparable, le recorrió el cuerpo. Contó una sola vez lo ocurrido con palabras entrecortadas. Nunca más lo repitió. Su historia pudo haber sido interpretada como el sueño de una mente afiebrada, sólo eso, pero él sentía que había vivido algo sobrenatural.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Buscó explicarse de la mejor manera posible, necesitaba que lo comprendieran...ese terror no se vive sin perder la cordura.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Lo tranquilizaron asegurándole que le creían pero él insistía tratando de transmitirles aunque sea una idea aproximada de su tortura.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Nadie apartaba la vista de él.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Cuando terminó, el más viejo de los presentes, con un profundo suspiro, se levantó, tomó algo de la cómoda y le dijo:</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Le creemos. No hay que pasar la noche en los cañadones. A usté lo visitó la muerte. y le acercó un espejo.</span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"><br /></span><span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;">Se miró con asombro. Tenía el pelo completamente blanco.</span><br />
<span style="font-family: Times, Times New Roman, serif;"></span><br />
<a name='more'></a><div class="MsoNormal" face="verdana" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; color: #080808; font-family: 'Times New Roman'; font-size: medium; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; letter-spacing: normal; line-height: 19px; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: auto; word-spacing: 0px;">
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</div>
</div>
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<div class="MsoNormal" face="verdana" style="-webkit-text-stroke-width: 0px; color: #080808; font-family: 'Times New Roman'; font-size: medium; font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; letter-spacing: normal; line-height: 19px; orphans: auto; text-align: justify; text-indent: 0px; text-transform: none; white-space: normal; widows: auto; word-spacing: 0px;">
</div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><br /><span style="font-size: large;">¿Querés leer más? </span></span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;"></span><br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"> </span><a href="http://marthaperotto.blogspot.com.ar/search/label/Libros">Ver todos mis libros y cuentos online</a></span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
</span>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5382100260975040750.post-70947323527866454242009-05-28T09:28:00.002-03:002012-07-22T16:38:58.990-03:00Resumen de los Libros<img alt="" border="0" src="http://lh6.ggpht.com/_y4llQ-lhbT8/SO5q4Y2-_LI/AAAAAAAAUGU/xp7UKbhE1n0/s144/pullemon.gif" style="cursor: pointer; float: left; height: 46px; margin: 0pt 10px 10px 0pt; width: 45px;" /><a href="http://lh6.ggpht.com/_y4llQ-lhbT8/SMhvc20yV9I/AAAAAAAAR8s/8U2fyjSW2ao/s144/invierno_largo_tapa.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="http://lh6.ggpht.com/_y4llQ-lhbT8/SMhvc20yV9I/AAAAAAAAR8s/8U2fyjSW2ao/s144/invierno_largo_tapa.jpg" style="cursor: pointer; float: right; height: 144px; margin: 0pt 0pt 10px 10px; width: 103px;" /></a><span style="font-size: 100%;"><b style="font-family: verdana;">CUENTOS PARA UN INVIERNO LARGO</b></span><br />
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 100%;"> </span><span style="font-size: 100%;">Un hombre es acosado por los fantasmas del pasado en el cuento “Necesito que me crean”; un policial sorprende en “Mal abono”; un drama en la montaña se desarrolla en “Juntos” y el misterio de lo sobrenatural en “Amarillo viejo”. Estos cuentos, escritos en inviernos largos, muestran una sugestiva variedad de temas y formas.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 100%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 100%;"></span></div>
<hr />
<br />
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 100%;"><o:p> </o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; line-height: 150%; text-align: justify;">
<a href="http://marthaperotto.blogspot.com/2009/05/comparto-con-los-amigos-el-primer.html"><span style="font-size: 100%;"></span></a><span style="font-size: 100%;"><a href="" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgk5OcHxQVKRI4XTj8wF7O-LOrRvq8xXIBMQlNCpkllDG1Hoe628eOV7AGveEYKi5CVRsc9yXtTixTfPMRXN4dghQCo1c4RoAXSKHppU01VRjI8rOOgA-0ocFuwR20CvC5Vu1Uqb6LYZZg/s144/pulblue.gif" style="cursor: pointer; float: left; height: 46px; margin: 0pt 10px 10px 0pt; width: 45px;" /></a></span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwtrOnoRQADS7gNByel2ZwSADjW-Gg4_t71UA4IvBQSSivx4qBi2NkE_et0gkclhHR4gZ9llgYCz23_zbLALTD5qwmv6G3Y1i_17q_wDamy2sZwbsk5Y7CyoUnkq-W8sgLELIrV0hm6xE/s144/tapa_un_castillo_en_patagonia.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwtrOnoRQADS7gNByel2ZwSADjW-Gg4_t71UA4IvBQSSivx4qBi2NkE_et0gkclhHR4gZ9llgYCz23_zbLALTD5qwmv6G3Y1i_17q_wDamy2sZwbsk5Y7CyoUnkq-W8sgLELIrV0hm6xE/s144/tapa_un_castillo_en_patagonia.jpg" style="cursor: pointer; float: right; height: 144px; margin: 0pt 0pt 10px 10px; width: 105px;" /></a><span style="font-size: 100%;"><b><a href="http://marthaperotto.blogspot.com/2009/05/comparto-con-los-amigos-el-primer.html">DE UN CASTILLO EN PATAGONIA</a><o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 100%;"> </span><span style="font-size: 100%;">Los muros de un castillo empiezan a crecer en el faldeo del Cerro Piltriquitrón. Nada detiene el impulso vital de Arianne, una mujer que cumple su sueño a pesar de las dificultades.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: arial; line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 100%;"> </span><span style="font-size: 100%;">La bucólica vida del pueblo se entremezcla en la novela con las historias que narra la protagonista y con su mirada hacia un pasado remoto.</span></div>
<div class="MsoNormal" face="arial" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /><span style="font-size: 100%;"></span></div>
<hr />
<div class="MsoNormal" face="arial" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: verdana; line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 100%;"><o:p> </o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: verdana; line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 100%;"><a href="http://lh3.ggpht.com/_y4llQ-lhbT8/SO5q4A9wmgI/AAAAAAAAUGE/l1i5KAs9Rgs/s144/pulcele.gif" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="http://lh3.ggpht.com/_y4llQ-lhbT8/SO5q4A9wmgI/AAAAAAAAUGE/l1i5KAs9Rgs/s144/pulcele.gif" style="cursor: pointer; float: left; height: 46px; margin: 0pt 10px 10px 0pt; width: 45px;" /></a></span><a href="http://lh4.ggpht.com/_y4llQ-lhbT8/SMhvgWCKXJI/AAAAAAAAR80/5ejhT17FT4g/s144/wallmapucontratapa.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="http://lh4.ggpht.com/_y4llQ-lhbT8/SMhvgWCKXJI/AAAAAAAAR80/5ejhT17FT4g/s144/wallmapucontratapa.jpg" style="cursor: pointer; float: right; height: 144px; margin: 0pt 0pt 10px 10px; width: 102px;" /></a><span style="font-size: 100%;"><b>TERRITORIO: WAL MAPU</b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: verdana; line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 100%;"> </span><span style="font-size: 100%;">Un paleontólogo, realizando exploraciones en el norte de Neuquén, se relaciona con una comunidad indígena que luego se ve afectada por la contaminación con petróleo del agua que consume. Él y una maestra rural arriesgan su carrera y su vida para ayudarlos. Después, realizan un importante descubrimiento paleontológico y un éxodo, casi bíblico, del pueblo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: verdana; line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /><span style="font-size: 100%;"></span></div>
<hr />
<div class="MsoNormal" style="font-family: verdana; line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: verdana; line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 100%;"><o:p> </o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: verdana; line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 100%;"><a href="http://lh3.ggpht.com/_y4llQ-lhbT8/SO5q4CVYf3I/AAAAAAAAUGM/sqdJvURceks/s144/pulgreen.gif" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="http://lh3.ggpht.com/_y4llQ-lhbT8/SO5q4CVYf3I/AAAAAAAAUGM/sqdJvURceks/s144/pulgreen.gif" style="cursor: pointer; float: left; height: 46px; margin: 0pt 10px 10px 0pt; width: 45px;" /></a></span><a href="http://lh4.ggpht.com/_y4llQ-lhbT8/Sg3HZkQou5I/AAAAAAAAgKk/4o0sz_GA6bQ/DSC02924.JPG" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="http://lh4.ggpht.com/_y4llQ-lhbT8/Sg3HZkQou5I/AAAAAAAAgKk/4o0sz_GA6bQ/DSC02924.JPG" style="cursor: pointer; float: right; height: 144px; margin: 0pt 0pt 10px 10px; width: 100px;" /></a><span style="font-size: 100%;"><b>EN VIAJE Y OTROS CUENTOS</b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: verdana; line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 100%;"> </span><span style="font-size: 100%;">Historias en las que los paisajes patagónicos se deslizan como cuadros entrevistos por las ventanillas de “La trochita”, un tren que es narrado en el cuento que da título al libro. La estepa y la meseta, la montaña y el bosque son los principales protagonistas.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: verdana; line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /><span style="font-size: 100%;"></span></div>
<hr />
<div class="MsoNormal" style="font-family: verdana; line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: verdana; line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 100%;"><o:p> </o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="font-family: verdana; line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 100%;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-bZCbf5p3_XXwUweeuQbFvZhFGALw5pz_UAxo9y8_FKUXNBmpieMMiuw4snt7KEBma_0ou-QM5jsHmShiVaMQL8SpqAy_b6_N4g__89m-ajjKbkgml60OC2QUJqgw-Z9MmldIeOmoVpc/s144/pulsfucc.gif" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-bZCbf5p3_XXwUweeuQbFvZhFGALw5pz_UAxo9y8_FKUXNBmpieMMiuw4snt7KEBma_0ou-QM5jsHmShiVaMQL8SpqAy_b6_N4g__89m-ajjKbkgml60OC2QUJqgw-Z9MmldIeOmoVpc/s144/pulsfucc.gif" style="cursor: pointer; float: left; height: 46px; margin: 0pt 10px 10px 0pt; width: 45px;" /></a></span><span style="font-size: 100%;"><b>AVENTURAS EN EL FONDO DEL MAR<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" face="verdana" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 100%;"><b>(Novela para niños)</b></span></div>
<div class="MsoNormal" face="verdana" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-size: 100%;"> </span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8v2uo40mVcIDJQyUMNHr9TZvsYvasY3dUn-nMmbpgbLplwU3n5KClhEMMnxHtbHYbEcC9ytazeS1fAtdjn0FwZjJNGrngB_ksJnSetpZ0QWK4cgiDR6cWmywp-bGEOHim4WcXfsDBBYk/s144/Aventuras%20en%20el%20Fondo%20del%20Mar%20-%20Libro%20-%20Martha%20Perotto2.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img alt="" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8v2uo40mVcIDJQyUMNHr9TZvsYvasY3dUn-nMmbpgbLplwU3n5KClhEMMnxHtbHYbEcC9ytazeS1fAtdjn0FwZjJNGrngB_ksJnSetpZ0QWK4cgiDR6cWmywp-bGEOHim4WcXfsDBBYk/s144/Aventuras%20en%20el%20Fondo%20del%20Mar%20-%20Libro%20-%20Martha%20Perotto2.jpg" style="cursor: pointer; float: right; height: 100px; margin: 0pt 0pt 10px 10px; width: 144px;" /></a><span style="font-size: 100%;">Una guerra va a iniciarse entre los siniestros “Hombres Azules” y los pacíficos “Ojos Grandes”. De su resultado depende la felicidad futura en las profundidades del Océano Atlántico. ¿Podrán los “Ojos Grandes” acabar con las ambiciones de poder de Pallidus, el malvado jefe de los “Hombres Azules?”</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<o:p> </o:p></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5382100260975040750.post-37625822763897825342009-03-03T10:56:00.000-02:002012-07-22T16:23:47.080-03:00Selección de Textos<div style="text-align: center;">
<span style="font-weight: bold;"><a href="http://picasaweb.google.com/lh/photo/Y90ImytiWpDXPL1IAHydWQ?feat=embedwebsite"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg91tr8Gavi8IMWyza8SD4qFEFV6uujj-HW4RnGMchhjjbM-690yPH_a5RHaK-Y7SPi9MYbEkntWGlxNAvMVMzLEl9vJrm2Q6Jia_C35ID5tKz2ApBHP0sn810mqDSOT9HKXoPBZQXxIR8/s800/secdecom.jpg" /></a><br />SELECCIÓN DE TEXTOS</span><br />
<span style="font-weight: bold;">DE AUTORES RIONEGRINOS</span></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<blockquote>
<span style="font-family: verdana;">Fueron seleccionados los diferentes textos de autores rionegrinos que serán distribuidos en las bibliotecas de las instituciones educativas de la provincia, en el marco del Plan de lectura nacional y provincial, para que serán utilizados por los alumnos y docentes como material de lectura y consulta.</span></blockquote>
<span style="font-family: verdana;">En este sentido, el Ministerio de Educación de la provincia seleccionó de una serie de obras que compondrán las ocho compilaciones, de ocho hojas cada una. La convocatoria que comenzó el pasado mes de diciembre y culminó esta semana, incluyó la presentación de 34 escritores y más de cien obras literarias entre las cuales se destacan poesías, cuentos y obras teatrales.</span><br />
<br />
<span style="font-family: verdana;"> Con el propósito de que esta iniciativa de promoción de la lectura alcance el mayor abanico posible de destinatarios, se presentarán cuatro títulos para niños y el mismo número de obras para adultos, incluyendo, en lo posible, temáticas de interés para adolescentes. </span><br />
<br />
<span style="font-family: verdana;">Es así que, un jurado conformado para tal fin, compuesto por <span style="font-weight: bold;">Juan Matamala</span> y las profesoras Juana Porro y Laura Trujillo, definió los siguientes títulos, en lo que respecta a obras para lectores adultos: “Escándalo de la miel”, de Yolanda Ilda Garrafa, “El barquero” y “No quiero más regalos”, de Fernando González Carey, <span style="font-weight: bold;">“De fortines y entreveros”, de Martha Perotto</span> y “Necesidades verdaderas”, de Jorge Carrasco.</span><br />
<br />
<span style="font-family: verdana;">Asimismo, para niños y jóvenes, se seleccionaron los textos “Los cazadores de mariposas”, de Juan Raúl Rithner, “Cuento de café”, de Facundo Martínez Cantariño, “Una tarde en la laguna Llum”, de Silvia García, “El abuelo Chicho”, de Isaldo Martín Cabral, “El mimo”, de Isaldo Martín Cabral, “Fumar es un placer”, de Roberto de Brito, una obra sin nombre, de Susana Amuchástegui, “El viaje”, “El sol” y “La ventana”, de Manuel Bendersky, “Una pregunta, una respuesta”, y “El cielo se abre paso” y poesía sin título, de Laura Calvo.</span><br />
<br />
<span style="font-family: verdana;"> Es importante mencionar que, tal como lo establecen los procedimientos administrativos, referentes del área de gestión curricular de la cartera educativa llevarán a cabo la certificación y cesión de los derechos de autor, paso previo a su compilación e impresión.</span><br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: verdana;">Toda la información en <a href="http://www.blogger.com/www.comunicacion.rionegro.gov.ar">www.comunicacion.rionegro.gov.ar</a></span></div>
</div>
<div style="text-align: center;">
<input onclick="history.back()" style="font-family: Verdana;" type="button" value="Volver atrás" /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5382100260975040750.post-17646194075048098832009-11-05T14:15:00.001-03:002012-07-22T16:21:59.277-03:00Martha Perotto integra “Leer la Argentina”Escritora de El Bolsón en libros del ministerio de educación de la nación <br />
martes, 03 de noviembre de 2009 <br />
<img alt="" height="333" src="http://www.noticiasdelbolson.com.ar/images/Martha%20Perotto%20002.jpg" style="display: block; float: none; margin-left: auto; margin-right: auto;" width="444" /><br />
La reconocida escritora Bolsonesa Martha Perotto, fue seleccionada para integrar la serie de libros de cuentos que tiene por título Leer La Argentina, Perotto figura en el ejemplar dedicado a Patagonia.<br />
<br />
Con su cuento En Viaje Martha Perotto forma parte de este trabajo del ministerio de educación de la nación que se distribuye gratuitamente en todas las escuelas nacionales. <br />
Cada región del país tiene una edición por lo que la colección la conforman 7 ejemplares, entre ellos obviamente figura Patagonia, dentro de este ejemplar en la pagina 23 nos encontramos con el cuento de la escritora local “En Viaje”. <br />
El cuento trata de un viaje que realiza un visitante de la Patagonia que debe emprender su regreso desde una estancia en cercanías de Leleque por lo que viaja a caballo hasta el terraplén de la Trochita, allí comienza el atrapante relato de cómo vivió este hombre su viaje.<br />
<br />
Martha Perotto desde 1980 reside en El Bolsón, es maestra y profesora en lengua y literatura, ha publicado: Cuentos para un invierno largo, Novelas como: De un castillo en Patagonia, algunos de sus textos integran varias antologías patagónicas.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5382100260975040750.post-41928008842363473272009-05-27T18:07:00.003-03:002012-07-22T14:47:22.946-03:00De un Castillo en la PatagoniaComparto con los amigos el primer capítulo del libro "De un Castillo en la Patagonia"<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-weight: bold;">CAPÍTULO I</span></div>
<br />
<div align="justify" style="border-bottom-width: 9px; border-color: rgb(255, 0, 0) rgb(0, 0, 255) rgb(0, 255, 0) rgb(255, 255, 0); border-left-style: outset; border-right-style: inset; border-top-style: groove; font-family: verdana; height: 340.353pt; overflow: scroll; padding-left: 10px; padding-right: 10px; width: auto;">
Voy a contarle, poco a poco, la historia de la familia. Construir el castillo fue idea de mi madre. Teníamos una chacra muy hermosa en el faldeo del cerro, una casa sencilla, un buen pasar y mucho trabajo; sobre todo yo, el mayor de los hijos.<br />
Podría resumir los días de infancia con la simple acotación de “felices”. Mi madre, Arianne, era una mujer muy especial. Bellísima de joven, se conservaba hermosa en la edad madura. Provenía de una acaudalada y aristocrática familia francesa. Se enamoró de mi padre, un primo lejano — loco aventurero por el que abandonó la tradición —, siendo considerada por los suyos como la oveja negra en poder de un lobo.<br />
Mi padre, cansado de los desplantes familiares y tironeado cada vez más por el ansia de aventuras, la trajo a América, y del puerto al tren, y del tren al carro y del carro aquí. Del ombligo del mundo pasó a este lugar alejado, casi desconocido entonces y muy primitivo: la zona cordillerana de la Patagonia argentina. Era alrededor de 1930. Mi padre tenía una mentalidad abierta, era pintor, un poco poeta, y muy loco.<br />
Ella comenzó a percibir las dimensiones del nuevo país cuando atravesaba las planicies inmensas de la pampa húmeda y así pudo hacerse cargo del espacio que la iba separando paso a paso de su tierra natal.<br />
Un mar de agua se había interpuesto primero y luego, una inmensidad similar, pero de tierra. Ella sabía que al final del camino habría montañas, pero una cosa era mencionar en números el tamaño de la separación, o en cuantificaciones como “mucho”, “muy”, o superlativos: “muchísima tierra”, “espacios inconmensurables”; y otra era sentir el alejamiento progresivo en carne propia. No lo sufrió, era joven y estaba enamorada; lo tomó como una nueva experiencia, como una aventura, ya que tenía mucho de ambas cosas.<br />
Una luna inmensa acompañó las dos noches en el tren y casi no durmió sintiendo la estepa como una presencia viva que la anonadó con su belleza, con las formas de meseta y los valles áridos y enormes. La llamaba “el gran silencio” y después nos repetía que el desierto alguna vez iba a pronunciar su palabra y que el mundo debería detenerse para escucharla porque estaría cargada de la sabiduría de siglos de reflexión profunda.<br />
La entusiasmaron luego los grandes lagos y los bosques. Sus escasas pertenencias se cargaron en una chata con cuatro caballos y emprendieron la marcha por una senda cortada a pico en la montaña y atravesada ya por algunos vehículos a motor. Ella desaparecía por un rato en cada parada y regresaba cargada de flores, de hojas, de llao-llaos. Mi padre, entre tanto, armaba el fuego y acarreaba el agua para la comida. Ella la preparaba cantando mientras los hombres se ocupaban de los caballos, de los arreos, de reacomodar los bultos que se hubieran bandeado, de ajustar alguna tabla, de engrasar los ejes.<br />
Comían en silencio; Arianne se llenaba los pulmones con ese aire que — según ella —, era “rico” y venía cargado de olores desconocidos.<br />
Se empeñó en que la gente que le había tocado como vecina en el viaje, y ahora el carrero, le hablaran en la lengua nueva. Su locuacidad contrastaba con el callado temperamento del hombre, incapaz de entenderla, y que terminó pensando que a la pobre mujer algo no le funcionaba bien en el cerebro.<br />
La llegada fue inolvidable. En ese tiempo se recibía con alegría a los vecinos nuevos. Pudieron elegir un espacio grande en el faldeo de la montaña y comenzaron a construir su vivienda ayudados por los viejos pobladores.<br />
Al principio, casi no se dio cuenta de la profundidad del cambio, el amor absorbente le llenaba la vida y el paisaje era similar al de su valle natal. Pasó luego un buen tiempo de oscuridad. La vida se volvió más ruda, las tareas a las que no estaba acostumbrada le fueron poco a poco minando la alegría. Extrañó.<br />
Este lugar no tenía mucho en común con otros pueblos del interior. Había en él gente de todas partes del mundo y hasta la mayoría de los argentinos que se habían afincado provenían de otros puntos del país. Eran muy pocos los que podían decir que sus padres habían nacido aquí. Población aluvional traída por el ferrocarril o la aventura.<br />
Cuando venció lo que los portugueses llaman “saudade” y los gallegos “morriña”, comprendió que esas diferencias culturales eran algo interesante de explorar. Le apasionaron sobre todo los idiomas cuyos ecos se percibían en el tortuoso castellano de la zona. Así, lo que primero consideró chatura se transformó luego en una veta inagotable.<br />
Y fue por ese lado, el de las culturas que empezó a aquerenciarse. Anduvo a caballo con bombachas batarazas y tomó mate con tortas fritas. Aprendió a hacer empanadas y cuando llegamos nosotros, los hijos, volvió a sentir plena la vida. Eramos tres, dos varones y una niña.<br />
Y como para todo el que cambia de geografía, el aquerenciarse resultó una especie de simbiosis entre lo viejo y lo nuevo, con caracteres de una y otra vida. Nosotros, sin darnos cuenta, éramos la muestra más palpable de esa extraña mezcla.<br />
Nos crió contándonos historias medievales, con caballeros de armadura y caballos revestidos de telas y penachos. Nos leía la “Chanson de Roland”.<br />
Hablaba de los árabes invadiendo España y nos hacía entrever sus secretos de magia, alquimia y matemática. Si no, eran los bárbaros los que asolaban Europa o el imperio romano que se desmoronaba.<br />
Nos hacía recorrer en los mapas la senda de los peregrinos a Santiago de Compostela para visitar la tumba del apóstol, el derrotero de los cruzados y la ubicación de los castillos más importantes, en especial el de su familia, ahí era cuando le volvía a surgir el orgullo familiar por una temporada.<br />
En general, cuando entraba en el período aristocrático, adoptaba poses de duquesa ofendida y tenía la nariz en alto. Sus historias tomaban otro rumbo. Entonces, dibujaba los árboles genealógicos de las familias reinantes y destronadas. Luego — y no sé cómo hacía para no perderse entre las ramas —, encontraba la exacta ubicación del tataratatarabuelo que había obtenido un ducado por prestar servicios extraordinarios al rey. Después nos hablaba del castillo, de aquél en el que transcurriera su infancia.<br />
Esta etapa la conducía a un mutismo de varios días en los que ni nuestra más disparatada relación histórica la hacía reaccionar.<br />
Entonces comprendía que no era bueno dejarse dominar por los recuerdos y que estaba en una tierra nueva. Por eso seguía, indefectible y cíclicamente, el período argentino. Debíamos aprender listas de nombres de presidentes, capitales de provincias, héroes de independencia... pero se le colaban las leyendas indígenas, las historias de los viejos pobladores y como siempre, le ponía vida a la Historia.<br />
Estos temas, casi sin quererlo, la conducían a España y de allí a la Edad Media sólo había un paso que era dado rápidamente para reinstalarse por un largo período en el tema favorito.<br />
Por suerte, sus ciclos temperamentales nos hacían recorrer diferentes sectores de la historia, si no hubiésemos pensado que el mundo estaba aún en la oscuridad de la Edad Media. Porque se supone que ha salido ¿no?<br />
Verá. Cada noche nos hacía vivir una historia diferente. Creo que pensaba en ella durante todo el día, como el actor que tiene una función muy especial. Entonces rejuvenecía, le brillaban los ojos.<br />
Había desde dragones que jugaban a quemar caballeros hasta hadas o brujas de extraña belleza.<br />
En ocasiones mi padre se sumaba al delirio y nos ofrecía pinturas vívidas de los hechos que ella narraba. Manchaba rápidamente las telas y siempre el castillo en el que viviera mi madre aparecía al fondo o en el centro, de cerca o de lejos. Él sabía que eso la emocionaba. Los dibujos nunca eran iguales.<br />
Una de sus historias favoritas era la del tío André.<br />
El tío tenía apenas 16 años, esto era en 1859, cuando descubrió un nuevo subsuelo en el sótano del castillo. Debía de estar en un tercer nivel de profundidad.<br />
Lo mantuvo en secreto durante mucho tiempo. Cuando los mayores tomaron conciencia del asunto ya André había manoseado y cambiado de lugar las reliquias que hubieran permitido trabajar a conciencia a los estudiosos.<br />
Se rumoreaba que el tío André había encontrado y escondido un tesoro, por eso no había revelado rápidamente su descubrimiento.<br />
Cuando mi madre fue creciendo perdió el miedo y se aventuraba sola por cualquier rincón de la fortaleza intentado reeditar la hazaña de André, pero no tuvo esa suerte. Sólo consiguió ser experta en recorrerla. Conoció muchos de los corredores secretos que ocultaban las gruesas paredes y cuyos planos los mayores guardaban celosamente de los niños aunque éstos eran los que más los habían caminado a sus espaldas.<br />
“Los menores no precisábamos planos — nos contaba — teníamos un conocimiento instintivo del terreno. Ese cuarto descubierto por André no era sólo mi obsesión sino la de toda la familia, los mayores pensando en que encontrarían el tesoro enterrado y los niños con temor y reverencia porque nos asustaban diciendo que el fantasma de André aún circulaba por las mazmorras protegiendo sus posesiones. A mí me ocurrió una cosa misteriosa en esa habitación apenas iluminada por la luz de unas velas. No sólo vi, sino que hablé con el fantasma de André quien me contó historias interesantes del pasado. Lo sentía como un verdadero amigo y compañero de aventuras. Hoy creo que pudo haber sido un sueño, yo de niña era muy imaginativa”.<br />
Cuando Arianne se refería a la imaginación que tenía de niña intercambiábamos cómplices miradas con mi padre y reíamos por dentro. Se habría ofendido mucho de nuestras carcajadas en un momento tan solemne como el de la aparición del fantasma familiar. Después comentábamos que de niña no debía de haber tenido ni la cuarta parte de la imaginación que tenía ahora.<br />
“El fantasma de André — seguía mi madre — me contaba de sus juegos en esa habitación antes de que los demás se enteraran de su secreto. En el cuarto, viejas armaduras oxidadas estaban apoyadas contra las paredes; escudos y espadas colgaban de enormes clavos de hierro. El había limpiado la que más le gustó, la había engrasado hasta dejarla en condiciones y se la ponía cada vez que bajaba allí. Le encantaba usarla y simular peleas, sólo que era tan pesada que le resultaba casi imposible moverse. También me transmitía mensajes en clave o dibujos extraños que yo interpretaba como planos del castillo y pasaba mi tiempo recorriéndolo. Hacía caminatas en círculo por las habitaciones con el papel en la mano. Mis parientes me miraban con aire compasivo y movían la cabeza en uno y otro sentido mientras lanzaban un suspiro de resignación.<br />
André me contó que un día se le habían trabado los hierros y quedó encerrado dentro de la armadura. En sus esfuerzos por salir se precipitó sobre la puerta que se cerró con estruendo haciendo caer los gruesos pasadores. Pudo haber perdido la vida.<br />
Quiso la casualidad que su padre anduviera de recorrida cazando roedores, diversión muy gratificante para los varones de la familia, y acertó a pasar cerca del lugar escuchando los golpes que André daba contra los escudos cuando se cansó de gritar. Por suerte los chapones de hierro combado y el vacío de los corredores abovedados produjeron un verdadero pandemonium de ecos y reverberaciones que asustaron a los parientes quienes creyeron que se habían soltado los demonios fantasmales acumulados en los siglos de historia del castillo”.<br />
Así se salvó André pagando el alto precio de ver descubierto su secreto.<br />
El tío André había muerto cuando mi madre tenía un año, en 1909. Toda la verosimilitud de la historia se apoyaba en el hecho de que mi padre, que en ese entonces tenía cinco años, lo había conocido y lo recordaba. Además había escuchado la misma narración, salvo la de las apariciones, de otros labios que no eran los de mi madre. </div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5382100260975040750.post-86447067134539246502009-05-27T18:36:00.001-03:002012-07-22T14:46:33.718-03:00Waj MapuUn capítulo de la novela Territorio: Waj Mapu, Patagonia secreta de Martha Perotto (El Bolsón)<br />
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<span style="font-weight: bold;">CAPITULO 6</span></div>
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<div align="justify" style="border-bottom-width: 9px; border-color: rgb(255, 0, 0) rgb(0, 0, 255) rgb(0, 255, 0) rgb(255, 255, 0); border-left-style: outset; border-right-style: inset; border-top-style: groove; font-family: verdana; height: 340.353pt; overflow: scroll; padding-left: 10px; padding-right: 10px; width: auto;">
<br /> La mañana estaba fría y el sol apenas se insinuaba al iluminar las puntas de los cerros, al oeste. Por el este, un halo nimbaba las formas, más oscuras que nunca al contrastar con el resplandor que crecía detrás. Una capa finísima de blanca helada velaba los matorrales y las zarzas.<br /> Desde el volante, Germán divisó cuatro caballos y dos jinetes. Dos o tres perros olisqueaban alrededor.<br /> Se cruzaron los saludos.<br /> - Qué tal, muchacho.<br /> - La verdá es que no lo podía sujetar en casa. Está entusiasmao con la búsqueda. ¡Debe ser tanta letura!<br /> En el rostro de Juan, impasible, nada permitía hablar de entusiasmo, sólo una chispa ingobernable en los ojos traicionaba los sentimientos.<br /> Germán llevaba un mapa a mano alzada que le había dibujado su amigo Osvaldo y que, juntos, ya habían comparado con el satelital y el geológico. Andalicio se orientaba a la perfección y era capaz de interpretar las indicaciones que marcaban los puntos más destacados u originales de la geografía. También Juan extendía un dedo señalando:<br /> - Este es el “Cerro de los liones”. Y ésa, “La buitrera”.<br /> De tanto en tanto Andalicio rompía el silencio:<br /> - Desviando al oeste hay un paso mejor.<br /> Germán confeccionaba, en borrador, otro mapa que indicaba el camino que seguían. En algún momento usaba la brújula y el altímetro, siempre seguido por la mirada de Juan que no se perdía detalle de sus actividades. También bajaba con una piqueta y examinaba más de cerca algunas formaciones que le interesaban. Las paredes de los cañadones y el suelo de los torrentes secos parecían atraerle especialmente. Marcaba los pozos de agua y las vertientes. De vez en cuando mordisqueaba un yuyo o le pasaba la lengua a una tosca, podían decirle muchas cosas su acidez o su alcalinidad.<br /> Cuando se detenían, Andalicio armaba un cigarrillo y en cuclillas sobre algún otero, si se daba, dejaba vagar la vista por la inmensidad de los valles desérticos. Si estaban en un bajo, buscaba hierbas y las disponía en unas maletas tejidas a telar que colgaban a ambos lados del caballo, unidas por anchas tiras.<br /> Los perros los seguían con total libertad, aunque obedecían presto cualquier indicación de su amo o de Juan.<br /> Se detuvieron a comer cerca de una vertiente. Germán encontró atractivo el punto para instalar el campamento.<br /> - Hay un lugar mejor más adelante.<br /> Continuaron la marcha y tal como lo había anticipado Andalicio, al anochecer llegaron a un punto apropiado para instalarse. Era una cantera de piedra laja abandonada desde hacía tiempo. Un espacio amplio, un valle lunar. Blanco, y más blanco todavía bajo la luz de la luna. Algo espectral si se dejaba volar la imaginación. Durmieron. Quedó para el día siguiente el reconocimiento del terreno.<br /><br /> Cuando Germán se despertó, el fuego ardía y la pava estaba a punto. Unos amargos lo sacaron del sopor del sueño y unas gordas tortas fritas que había hecho la mujer de Andalicio y que éste había reservado, les dieron la energía necesaria para emprender una jornada que se perfilaba dura pero fructífera.<br /> Una recorrida le permitió reconocer lo acertado del juicio de su guía. Estaban en el centro de un círculo rodeado de paredes blancas. La explotación intensiva de las murallas de lajas había ido abriendo un claro cada vez mayor en el centro, rodeado de cortes lisos que todavía mostraban las marcas de las barretas usadas para desprender las capas de piedra. Un pequeño arroyo corría a uno de los costados y se demoraba en un pozón, probablemente cavado ex profeso por los mineros de la piedra. El agua acumulada era de un azul cristalino y se veía profunda.<br /> Una vieja construcción se mantenía en pie y al examinarla, la encontró apta para guardar herramientas y para almacenar los posibles hallazgos.<br /> Lo mejor fue descubrir, luego de seguir las indicaciones de Andalicio, la existencia de un rudimentario camino que empalmaba, a través de otros secundarios, con la ruta. Seguramente había sido usado para retirar el material de la explotación. Su vehículo cuatro por cuatro no tendría problemas para llegar hasta allí, sería un lujo tener a disposición ese medio de movilidad. También el camión podía ubicarse más cerca de lo que habían pensado. Sería posible llegar hasta el pueblo en unas horas para aprovisionarse.<br /> Pensó en explorar en círculo con la cantera como centro de operaciones; era necesario asegurarse de la proximidad de terrenos cretásicos, probable filón de huesos. En la zona se da poco la exposición de capas del jurásico. “La Patagonia es un Parque cretásico” solían decir en el museo.<br /> - No se preocupe, están cerca.<br /> - ¿Qué quiere decir?<br /> - Nada especial. Por acá cerca hay muchos lugares como los que usté marcó en su mapa.<br /> A Germán le extrañó el tono. Le dio la impresión de que el hombre sabía de lo que estaba hablando.<br /> - ¿Me puede guiar a uno de esos puntos que considera interesantes?<br /> - Usté manda.<br /> Enfilaron hacia un macizo lleno de quiebres y Germán se entusiasmó con lo que veía. Ese punto no lo había marcado Osvaldo en el mapa. Se agachó junto a una depresión y, en lo que parecía ser pedregullo arrastrado por los ríos encontró y señaló a sus acompañantes, la presencia de unos dientes entre los guijarros. Los fósiles eran minúsculos restos de contemporáneos de los dinosaurios, del tamaño de un roedor actual. Marcó el sitio y treparon por las paredes de un barranco. Unas protuberancias ocre imperceptibles para el ojo no experto, dispuestas en semicírculo, le indicaron un esqueleto. No era ninguna cosa extraordinaria, probablemente un dinosaurio pico de pato, pero por lo que podía apreciarse se hallaba en excelente estado de conservación. A Juan no le alcanzaban los ojos para contemplar el hallazgo, su primer encuentro con fósiles.<br /> - Donde hay uno, es probable que haya más.<br /> Regresaron al campamento base, en la cantera.<br /> - Se lo ve contento.<br /> - No es para menos. No pensaba tener éxito tan pronto.<br /> - ¿Va a trabajar solo?<br /> - Tengo dos ayudantes que van a llegar en cuanto esté instalado el campamento.<br /> - Ajá. Yo vuelvo a las casas mañana.<br /> - Sí, lo tengo presente. Acá, con Juan, nos vamos a arreglar muy bien. Por ahí regresamos antes de lo que pensábamos, porque, por un lado, me gusta este lugar para el campamento y por el otro, ya se dio, y muy cerca, el primer hallazgo. Mis compañeros pueden empezar a trabajar.<br /> Al rato agregó:<br /> - Igual sólo será un día más de exploración. Después tendremos que regresar ya con el vehículo y los elementos para instalarnos.<br /> - Juan puede quedarse acá con los caballos el tiempo que haga falta.<br /> Germán miró alrededor el fantasmal paisaje y si bien supo que Juan podía hacerlo, le pareció inhumano dejarlo en esa soledad. Se lo veía más pequeño junto a las paredes blancas.<br /> - No. Que vuelva a la escuela. A mí me llevarán unos días los preparativos. Cuando esté listo todo, ahí sí voy a necesitarlo.<br /> Se distendieron luego de los arreglos. Germán le pagó a Andalicio según lo acordado.<br /> - Al muchacho páguele dispué lo suyo. Él se lo va a ganar - agregó cuando Germán quiso adelantarle el salario de Juan.<br /><br /> Junto al fuego, Juan trabajaba una madera con el cuchillo, le daba la forma de un ave.<br /> - ¿De dónde sacaste la madera?<br /> - La encontré cuando buscaba leña.<br /> - ¿Qué madera es?, no hay árboles por acá.<br /> - Es incienso, al quemarlo perfuma - echa unas ramas al fuego.<br /> - Es buen perfume...<br /> - Y sirve para tallar.<br /> - Sos habilidoso con las manos. Te vas a entender con Elena.<br /> - ¿Quién es Elena? - preguntó el muchacho, que empezaba a entrar en confianza.<br /> - Es una artista, una ceramista de las buenas que me va a ayudar a proteger los huesos que encontremos.<br /> - ¿Y por qué tiene que ser una artista?<br /> - Buena pregunta. Porque lo que vamos a encontrar puede tener partes muy delicadas. Vamos a limpiar los huesos hasta donde se pueda sin destruirlos y a cortar la roca alrededor para su transporte. Tenemos que recubrirlos primero con un material blando, luego con yeso... y hasta ponerles algún armazón protector a las partes más frágiles. Después, en el museo de la universidad van a terminar de limpiarlos y acomodarlos. Seguramente habrá que reconstruir algunas partes que se hubiesen dañado o que hubieran desaparecido por el tiempo y la intemperie. Y ahí viene el trabajo del artista.<br /> - ¿Y cómo saben la forma de lo que falta?<br /> - Si es un animal conocido, por la comparación con otros ejemplares que se conserven más enteros, y si no, uno se imagina cómo serían las partes que faltan. Los huesos tienen las marcas de los puntos en los que se insertaban los músculos. Una artista como Elena, que además conoce de dinosaurios, puede acercarse mucho en la reconstrucción del aspecto de los animales. Más si se ayuda con una computadora.<br /> - ¿Cómo saben que no se equivocaron?<br /> - Los modelos reconstruidos siempre son hipótesis, es decir...<br /> - Graciela nos enseñó lo que significa esa palabra.<br /> - ¡Bravo! Los modelos son aproximaciones a la realidad, nuevos hallazgos confirman o no esas hipótesis. ¿Entendiste?<br /> - Creo que sí... ¿Para quién buscan esos huesos? ¿Le pagan bien?<br /> - Sí, me pagan. Pero los paleontólogos vivimos, como todos lo científicos, en una eterna pregunta. Y si la contestamos encontramos otra nueva. Buscamos el pasado remoto. En el fondo queremos reconstruir la historia de la vida.<br /> - ¿Y se conoce mucho?<br /> - Cada vez más. Lo que descubre uno se suma a lo que descubre el otro... Las otras ciencias, la técnica moderna contribuyen también. Les robamos entre todos los secretos a este viejo planeta.<br /> - ¿Cómo sabía que esas piedritas eran dientes?<br /> Germán miró el cielo; la luna, redonda y clara, dominaba.<br /> - Intuición... y suerte.<br /> - ¿Es como buscar oro?<br /> - Parecido. </div>Unknownnoreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-5382100260975040750.post-77811859939439777822009-05-27T18:44:00.000-03:002012-07-22T14:45:50.138-03:00Puertas Abiertas<span style="font-weight: bold;">Este cuento pertenece al libro En viaje y otros cuentos</span><br />
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<div align="justify" style="border-bottom-width: 9px; border-color: rgb(255, 0, 0) rgb(0, 0, 255) rgb(0, 255, 0) rgb(255, 255, 0); border-left-style: outset; border-right-style: inset; border-top-style: groove; font-family: verdana; height: 340.353pt; overflow: scroll; padding-left: 10px; padding-right: 10px; width: auto;">
<br /> El desierto calcinado por el sol. Una larga fila de carretas, un doloroso gusano que se retuerce para seguir la huella. La gente que trae hace pesar más los carros con su carga de dolores, de sueños, de esperanzas.<br /> Pesan las carretas y pesa el día. El mismo paisaje se desliza a los lados, al frente, atrás. Como si en cada paso no hubiera avance y se caminara siempre para quedar en el mismo sitio.<br /> La vieja del cigarro guía la carreta como un hombre, a grito y látigo. A puro puño sujeta las riendas y guía las mulas. Sabe que se ha ganado el respeto del gauchaje que se mueve a caballo por los flancos.<br /> A cada salto en las desigualdades de la huella, suena un grito bajo la precaria lona. Hay una mujer joven que va a dar a luz.<br /> El paraje es peligroso; hay que llegar a la posta. La mujer lleva ya un día de dolores de parto.<br />Para todos, ese sufrimiento es como el viaje: no se le ve el fin. La mujer, dulce y frágil, ha abierto un resquicio de ternura en el corazón endurecido de la vieja, para ella y para el que va a nacer.<br /> - ¡Hembra habrá de ser! Hay demasiado macho por estos lados. - se dice entre una pitada y un salivazo que aventaja en fuerza y distancia a los de los hombres.<br /> - Es mucho hombre usté, doña Soledá.<br /> - Mucha mujer, m'hijo, que se hizo fuerte porque ustedes no apechugan con lo que les toca.<br /> Eso lo dice pensando en la chica de la carreta, preñada y abandonada a su suerte; que se coló en la caravana ocultando su embarazo.<br />Y ahora... el jefe no quiere detenerse en un lugar peligroso ni por la vida de ella ni por la del niño.<br /> "¡Adelante!" "¡Arre!" "¡Vamos!" es la única consigna válida, la única razón de ese camino: llegar.<br /> Ante un grito más desgarrador, la vieja llama:<br />- Eleuterio, conducí vos.<br />Él, que anda siempre cerca, ata el caballo al carro y sube al pescante. Toma las riendas. Las mulas notan el cambio de manos y aflojan algo.<br />- Manténgalas, amigo, v'ía ayudar a la chica.<br />- Vaya tranquila, doña Soledá, no seré como usté, pero me laj` arreglo.<br />- ¡Menos charla y más fuerza, canejo! - y se desplaza al oscuro interior lleno de polvo y olores diversos, pero no más fresco.<br />- ¿Qué pasa, m'hija?<br />- No quiere nacer... debe saber lo que le espera.<br />- Dame la mano, ¿qué sabís vo? ¿conocés la cordillera?<br />- No - se retuerce - cuénteme de nuevo. ¿Cómo es?<br />- Verde, lleno de árboles y con agua por todos lados.<br />- ¿Y las montañas?<br />- Son altas y tienen la punta blanca... por la nieve, ¿sabís? Es fresco... La tierra es negra, y se te deshace entre las manos.<br />La mujer vuelve a retorcerse. Es un dolor largo y profundo que separa los huesos y abre camino para el nacer.<br />- Se hace muy duro, doña Soledad, se hace muy largo.<br />La vieja se enternece frente al dolor de la chica y piensa, en su sabiduría que procede comparando, que los partos se destraban cuando se franquean las puertas, cuando se abren las cerraduras; pero ahí, en esa pampa abierta, no hay puertas, sólo espacio. Y rumia, mientras masca su cigarro, en los misterios de la vida y de la muerte. Cada tanto humedece la cara transpirada de la mujer, cuida cada gota de agua como si fuera un tesoro.<br />Y de golpe lo ve clarito: el desierto es una puerta gruesa y dura que hay que cruzar... y la otra puerta está en la cabeza de la chica, que sufre por traer al mundo un hijo "fuera de la ley". Y se le antoja que si esas puertas se abrieran, también se abriría la puerta del cuerpo y el niño nacería sin problemas. Y pone en práctica su solución. Le habla como nunca lo ha hecho antes en esa tierra parca y le hace ver lo abierto del futuro y la esperanza. Parece que la joven, entre ayes de dolor, no le atiende, sólo parece. A través de las palabras, la vieja transforma la realidad. Y la fuerza de sus manos pasa a las de la otra, se percibe como el coraje le va penetrando en la sangre para que las puertas se abran.<br /><br />Los gauchos se desatan en una carrera festiva cuando el llanto del niño sobrepasa las fronteras de la lona. El alivio de la madre se contagia y rueda de carreta en carreta hasta llegar a los que guían la tropilla al fondo y las nuevas vuelan por el aire lleno de polvo y de sudores.<br />La vieja, en la parte trasera de la carreta, acuna al recién nacido. Y ante la muda pregunta de los jinetes, les anuncia:<br />- ¡Hembra! - y muerde con orgullo su cigarro. </div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5382100260975040750.post-51814555758337838712009-05-27T18:47:00.000-03:002012-07-22T14:42:51.644-03:00Viejo Bar<div align="justify" style="border-bottom-width: 9px; border-color: rgb(255, 0, 0) rgb(0, 0, 255) rgb(0, 255, 0) rgb(255, 255, 0); border-left-style: outset; border-right-style: inset; border-top-style: groove; font-family: verdana; height: 340.353pt; overflow: scroll; padding-left: 10px; padding-right: 10px; width: auto;">
<br /><br /> Era un día de lluvia, una tarde gris. El viejo bar con paredes recubiertas de madera, posiblemente roble de Eslavonia, mostraba el lujo de otra época. Estaba algo deslucido, los años no pasan en vano.<br /> Tengo el hábito de recorrer la ciudad y detenerme en los lugares que dejan entrever historias de otro tiempo. Nunca imaginé hasta qué punto esto era cierto en ese viejo bar.<br /> El mozo, un joven moreno y despierto, me acercó el café que le había pedido. Mientras me servía, se fijó en la carpeta abierta sobre mi mesa y al ver en ella la típica silueta de los versos me preguntó:<br /> — ¿Poeta?<br /> Esbocé una sonrisa por toda respuesta y él se dirigió hacia el otro sector del bar, el Salón Familias, con mesas cubiertas de manteles a cuadritos. No pude ver a quién atendía ya que una divisoria de madera, que a él le llegaba al pecho, separaba los ambientes. Supuse que era una mujer por la deferencia en el trato; y conocida, además, ya que se notaba en el tono bajo una cierta intimidad.<br /> Trabajé un buen rato en mis versos, hasta que, al levantar la vista, me sentí sumergido en un mundo gris de semipenumbra. Casi no distinguía las letras. A punto de solicitar al mozo que encendiera las luces, noté que todos estaban con la vista fija en la pared del fondo, blanca y limpia de adornos. Había unas cuatro o cinco personas. Hice lo mismo que ellas, y cuando el haz de luz de un coche que doblaba iluminó el muro, proyectó una imagen extraña..., una fila de coristas de principios de siglo, que subía a un aparato suspendido sobre los techos de tejas de las casas. Parecía un cohete. La representación tenía las características propias de las películas mudas. Las chicas saludaban y subían al aparato. Cuando el coche dejó de iluminar el muro, todo se esfumó.<br /> No me reponía aún de la sorpresa cuando la luz del coche siguiente reflejó una luna ridícula, con rostro. Tenía clavado en un ojo algo así como un cohete o un catalejo, quizás era el mismo aparato al que habían subido las chicas. Con las luces siguientes se sucedieron chispazos de imágenes naif, en vertiginoso movimiento. Comprendí que estaba asistiendo a la proyección fragmentada de una vieja película muda, de principios de siglo, cuyo nombre no podía recordar. No me quise levantar para no romper el ambiente casi religioso que se percibía en el bar.<br /> La gente parecía hipnotizada. Cerca de mi mesa, un señor con polainas ¿polainas?, se reía como loco.<br /> Cuando terminó, todos aplaudieron, se encendieron las luces, y el mozo se acercó a mi mesa.<br /> — “Viaje a la Luna” de Georges Mèlies, 1908. — me dijo — ¿Quiere que le sirva alguna otra cosa?<br /><br />
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<br /><br /> — Sólo se aprecia cuando las luces de los coches que doblan se reflejan sobre la pared. Lo mejor fue cuando cerraron la avenida para arreglarla. Todos los vehículos tenían que girar aquí, en la esquina. Era un desfile interminable que permitía una proyección casi ininterrumpida. — me explicó el mozo al terminar.<br /> — Pero...¿por qué...?<br /> — El bar se construyó sobre un viejo cine.<br /> Me reí:<br /> — Eso no explica nada. Es imposible...<br /> — Usted es un poeta, tiene algo de sagrado, por eso lo ve. La mayoría de la gente se ríe de nosotros, dice que miramos una pared en blanco. Con los años me he vuelto un experto en cine mudo. ¡Hasta tenemos sonido a veces! El cine se cerró en 1930. “El cantor de jazz”, de Al Jolson, es de 1927, la hemos visto. La primera película sonora. Claro que las interrupciones no favorecen al sonido, con la imagen es más llevadero.<br /> — ¿No probaron de poner una luz continua desde la esquina?<br /> — Lo probamos todo. La imagen es caprichosa, como una mujer. Aparece cuando quiere. En especial los días de lluvia.<br /> — Como yo — la mujer del Salón Familias se había acercado a nuestra mesa sin que nos diéramos cuenta. — ¿Cuánto le debo, Rodolfo? Me voy.<br /> Tenía los ojos muy sombreados y un peinado extraño, ondulaciones y algún rizo engominado, pegado sobre la frente y las mejillas. Vestía de negro, seda negra, con pliegues y recortes. Ostentaba un largo collar de perlas y un cigarrillo con boquilla. Parecía salida de la película que habíamos visto. Pagó y se alejó saludando con un gesto.<br /> — ¿Se escapó de la pantalla? — pregunté, dispuesto ya a creer cualquier cosa.<br /> — No, es una buena clienta. Se mimetiza con las heroínas.<br /> — No es alguien muy común. Tampoco usted.<br /> — ¿Por qué lo dice?<br /> — Habla muy bien, sabe de cine. La verdad que no parece un mozo de café de Buenos Aires. Le noto un aire familiar.<br /> — Son ilusiones que crea el cine.<br /> Volví a reírme y pensé que los del bar habían conseguido infundirle un aire de misterio que debía de favorecer el negocio.<br /> — ¿Sabe? Soy poeta por afición y periodista por necesidad. ¿Me permitiría hacer una nota sobre lo que vimos hoy?<br /> — Mire, yo no soy el dueño. El no está en este momento, pero no creo que le moleste. Lo que me parece, es que el tema no da para una nota periodística. Sí lo veo para un poema o un cuento.<br /> Volví a sonreír porque me pareció muy ingenuo. Abrí mi carpeta y empecé a pergeñar una nota que seguro tendría tono nostálgico, como esa lluvia persistente y fina que no había dejado de caer.<br /> — ¿Cómo se llama? — pregunté.<br /> — Rodolfo.<br /> — ¿Y el apellido?<br />— Es mi nombre profesional, ponga: Valentino. <div style="color: black;">
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